martes, 19 de agosto de 2008

Identidad y adolescencia

Entre los psicoanalistas existen dos posiciones acerca de la identidad: por un lado, los que sostienen que la identidad surge en la adolescencia, y por otro, los que sostienen que la identidad surge en la infancia. La psicóloga Mercedes Freire de Garbarino*, se adhiere a esta última hipótesis.
Considera que hay cambios de identidad en la adolescencia, pero la identidad existe desde la infancia. La adolescencia es el momento de la vida donde hay un cambio total del ser y su mundo, donde se da la reestructuración a través del interjuego entre el niño y el adulto.
El primer paso hacia la identidad, es el nacimiento, es el desprenderse de algo y ser un ente a parte de otro.
En la infancia es muy importante la fase fálica, porque se establece el diferenciamiento de los genitales y el niño termina de formar la imagen que tiene de su propio cuerpo y en relación con el otro.
En la identidad infantil, hay dos estructuras: una personal y otra general. En estas estructuras, hay elementos externos e internos. Pero lo más importante, es el interjuego entre ambos elementos: las experiencias del mundo exterior son aprehendidas por el individuo e incorporadas a su mundo interior. Estas experiencias, van cambiando al mundo interno y enriqueciéndolo; que a su vez, este mundo interno en la interacción con el medio, va modificando la realidad exterior.
La identidad también se encuentra vinculada al grupo social. En la infancia, el mundo exterior, el grupo social del niño es la familia.
Al llegar la pubertad, existe una armonía entre el yo psicológico y el yo corporal y las necesidades de ambos están correlacionadas. Es decir, el niño tiene su identidad establecida.
Cuando se producen los cambios puberales, se produce un cambio en la imagen y esto lleva a que el niño deba cambiar la imagen que tenía de sí mismo. Esto produce angustia.
Otra angustia que se genera es la de que su psiquismo no coincide con su cuerpo.
La hipótesis de la autora es que las angustias características en la adolescencia están determinadas por la pérdida de la identidad infantil, creando un estado de confusión en el adolescente.
Los cambios se producen a lo largo de toda la vida, pero en la adolescencia se hacen más significativos, ya que es una etapa de transición individual y social.
Siguiendo la teoría del psicoanálisis, Garbarino considera que en la pubertad se produce un cambio interno en el cual el individuo se despliega del incesto de sus padres.
El adolescente toma nuevos ideales sociales para ser admitido en el mundo de los adultos. A este cambio psicológico se le suman los cambios físicos: el cuerpo cambia de forma y tiene nuevas funciones.
El joven posee un yo inmaduro, con un cuerpo desarrollado. En este momento, surgen grandes cantidades de excitación sexual, debido a la maduración del aparato sexual, que está listo para ser utilizado.
Psicológicamente, la relación con el objeto está controlada por el incesto. Entonces el adolescente busca una salida a través de la masturbación. Ésta es muy importante porque lo prepara para la vida adulta.
Debe coordinar su yo corporal y su yo psicológico. Esto trae confusión y pérdida de la identidad. No sabe si es niño o adulto y lo lleva a actuar de forma discordante.
Esta discordancia hace que busca formas de defensa:
· Temor a utilizar el cuerpo
· Desprecio por el cuerpo
· Distorsión del esquema corporal
· Negación de la existencia del cuerpo, lo que lo lleva a una abulia o falta de interés total
· Temor al cuerpo, que se lo ve demasiado grande para su yo psicológico
· Falta de unidad y armonía con respecto a la imagen del cuerpo
La resistencia del adolescente a utilizar su cuerpo, para la autora, surge cada vez que intenta una aproximación al objeto. Esto se debe a que el objeto es incestuoso.
Todavía no hay suficiente elaboración del Edipo y sólo se admite la relación siempre que se elimine el cuerpo (lo sexual), ya que si se acepta el cuerpo sería la consumación del cuerpo adulto.
Puede ocurrir que exista una negación del crecimiento que lleve a una dificultad de ubicarse frente a los objetos y que se vuelva a modelos anteriores, infantiles.
Con respecto a la relación entre el yo y el mundo exterior, podemos decir que caen las figuras parentales que lo influenciaron en la infancia. Los ideales adolescentes no coinciden con los existentes, y esto lo desorienta. Debe dejar de ser quién es y cambiar, para poder insertarse en la sociedad adulta.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias por su aporte, estudio Psicopedagogia. Me resultó muy util para mi examen final.