lunes, 24 de noviembre de 2008

Autonomía de la Enseñanza en el país

Introducción

En el presente trabajo intentamos desarrollar el concepto de autonomía y todos sus derivados por Adémar Sosa, con algunas interpretaciones de hoy en día para luego aplicarlo en la historia de la Enseñanza del país.
No quisimos analizar todas las leyes de educación, sino que elegimos dos para diferenciarlas por la época y para mostrar cómo a medida que transcurre el tiempo cada vez la enseñanza posee menos autonomía y otros la ganan. Tuvimos que explicar sencillamente la ley 12.549, para que se pudiera notar cómo cambia la organización del sistema educativo con la siguiente ley.
La ley 14.101 se creó en plena democracia para ser revocada durante la dictadura, utilizando ciertos entes con autoridades desde el gobierno. Sin embargo la ley 15.739, creada como “ley de emergencia” en plena transición de la democracia, dura hasta hoy (veintitrés años de su creación) y sin embargo disminuye cada vez más la autonomía de los entres de la enseñanza, sin tocar a la Universidad.
Apuntamos con esto a ver que cuántos más nos acercamos al presente, más burocratizado se convierte el Sistema Educativo y esto trae como consecuencia menos descentralización para los entes.
Con el nuevo proyecto de Ley de Educación creíamos encontrar una respuesta a las manifestaciones y paros de estudiantes por la autonomía (como el cartel que se encuentra en la fachada del I.P.A: Autonomía y Co-gobierno para la educación), y sin embargo no fue así.
Esperamos demostrar estas ideas a lo largo del informe con el fin de hallar una respuesta a nuestra duda: ¿alguna vez alcanzaremos la autonomía total en la enseñanza?


Concepto de Autonomía

Para poder encontrar un correcto concepto de lo que es la autonomía es necesario también hacer alusión a otros aspectos.
Etimológicamente la palabra autonomía proviene de la civilización griega, y significa “facultad de dictarse sus propias normas”. Pero al hablar de autonomía surge la necesidad de hablar de otra palabra, no muy usual entre nosotros (según Ademar Sosa), la cual es autarquía. Ésta significa la facultad de gobernarse a sí mismo.
Si nos adentramos al terreno del Derecho Uruguayo, podemos hablar de un acercamiento entre la palabra autonomía, independencia y soberanía. Pero, sin embargo la Autonomía en este caso, significa el mayor grado de descentralización de los órganos de gobierno que un Estado posee.
Ahora, la pregunta que surge es la siguiente: ¿por qué un Estado necesita de la descentralización? Esto, podemos responderlo siguiendo el siguiente razonamiento: si pensamos en la multiplicidad de funciones y la complejidad necesaria para responder a todos estos cometidos, nos daremos cuenta de la “incapacidad” del Poder Central de un Estado para cumplir con dichas funciones, que en el aspecto teórico competen únicamente a él.
Por esta razón, en la práctica, el Estado se ve obligado a delegar estas funciones a organismos, que antes de este hecho dependían de la jerarquía del Poder Central.
Entonces, nos vemos obligadas a definir, antes que nada, los términos de “centralización” y su opuesto, “descentralización”.
Hablamos de descentralización, nos referimos a la acción del Poder Central de transferir a determinados organismos, parte de su autoridad, y por el contrario de centralización cuando éste reúne en sí mismo toda su autoridad.
Cuando nos referimos a la autonomía (como ya dijimos) estamos refriéndonos al mayor grado de descentralización que se posee. Pero debemos aclarar que la autonomía implica (necesariamente) algún nivel de descentralización. Sin embargo, por el contrario, la descentralización no implica necesariamente una autonomía.
Al principio de esta sección se dijo que la palabra autonomía, podría asemejarse a los términos de “independencia” y soberanía”. En este caso, donde la descentralización no implica autonomía, esta sinonimia no existe. Puesto que, según Ademar Sosa, “la total ausencia de relación jerárquica no impide la existencia de otros tipos de control ajenos al Poder Central actuando en función jurisdiccional”[1].
Adentrándonos en el terreno de la Educación, debemos reconocer tres tipos o niveles de autonomía: Autonomía financiera, autonomía administrativa, y autonomía técnica.
La autonomía financiera, permite la “posibilidad de determinar libremente sus necesidades y disponer de los fondos para cubrirlas”[2]; la autonomía administrativa permite la organización “sin intervención de ninguna otra autoridad o influencia extraña”[3]; y la autonomía técnica, surge “si toda su actividad docente o científica incluyendo planes, programas y títulos es creada por la propia decisión de la Universidad”.[4]


Autonomía hoy

El Dr. Arturo Rodriguez Zorrila[5] establece que: `` la autonomía de las distintas ramas de la enseñanza constituye una conquista invalorable en el proceso institucional del país en cuanto protege la independencia de los procesos culturales respecto de las pasiones y los cambios accidentales de las luchas políticas, por lo cual ese principio, lejos de ser retaceado, debe ser ampliado y vigorizado. La autonomía del ente no es la causa del lento desarrollo de las reformas educacionales, sino que lo explica tan complejidad de una materia tan delicada, la acelerada extensión social de la Enseñanza Secundaria y lo escaso de los recursos obtenidos de los Poderes Políticos para atender satisfactoriamente sus exigencias materiales. La autonomía es, en cambio, un bien, pues ella permite el estudio técnico de esos problemas sin apresuramientos que obedezcan a sugestiones del momento, lo que sería difícil de evitar si su discusión se llevara a los cuerpos políticos.

En el artículo 202 de la Constitución se consagra la capacidad para ordenarse normativamente con absoluta independencia y por tanto para gobernarse por sí mismo.
`` La autonomía es inherente al ente (al autónomo) que recoge todos los beneficios del legislador sin recortes. Sólo resta definir si esta autonomía recaerá sobre uno o más órganos. Pero no discute su carácter, sentido y esencia en materia educativa, y por tanto de gobierno. La validez que recibe ´´
`` La autonomía como un principio rector de la educación pública en todos los niveles como forma de preservarla de todo interés de carácter político partidario, religioso, económico (incluyendo los organismos internacionales de crédito). Hablar de autonomía en términos jurídicos, implica dotar a un ente del grado máximo de descentralización respecto al poder central del Estado. Es decir, otorgarle a los entes de enseñanza plenas potestades para autodeterminarse en las esferas: administrativa, de gobierno, técnico-docente y financiera. La autonomía administrativa, como se deriva de la propia definición expuesta, significa la potestad para elaborar la normativa respectiva, en el marco legal de la especificidad del Ente. La autonomía de gobierno conlleva la consagración del cogobierno por parte de todos los actores involucrados, definiendo las políticas educativas con independencia del gobierno del momento, a través de mecanismos democráticos de participación. Por tanto para garantizar la autonomía, las autoridades deben ser electivas, rechazando su designación por parte del Poder Ejecutivo. La autonomía del Ente de la enseñanza está consagrada constitucionalmente al determinar la especificidad de sus competencias. La defensa de este principio se fundamenta en que el mismo posibilita que la Educación sea realmente una Política de Estado y no una política de gobierno, debiendo expresar la voluntad soberana de la sociedad y no de sus representantes. La autonomía entendida de esta forma implica el ejercicio del cogobierno. Es sólo a través del mismo que podrá ser definido un proyecto educativo a largo plazo no sujeto a las pautas del mercado. Autonomía y cogobierno son dos principios inseparables y complementarios. A ese respecto expresa el Congreso Nacional de la Educación, “Respecto al cogobierno, se entiende que es la forma de gobierno que garantiza la vigencia y validez de la autonomía, en tanto quienes integren los órganos directrices sean electos por los directamente involucrados, entendiéndose por ello: docentes, padres, estudiantes, funcionarios. Se considera a su vez, que la ley deberá establecer los mecanismos de revocación de las autoridades. Por tanto, la futura Ley de Educación, deberá integrar la autonomía como principio rector materializado a través del cogobierno de toda la Educación Pública. ´´ [6]


La autonomía en las leyes

El sistema Educativo Nacional era tripartito, puesto que se ha atenido a la clásica división en primario, secundario y terciario. También se caracteriza por ser estatal, porque sin respetar el principio de libertad de enseñanza, ha sido superior la penetración estatal a la privada en primaria y secundaria, además de la supervisión estatal sobre los establecimientos privados (la mayoría), acogidos al régimen de habilitación.
Los tres sectores han sido organizados independientemente, teniéndose poco en cuenta las vinculaciones naturales entre ellos. A pesar de estar establecida la coordinación entre los institutos, dispuesta en el artículo 202 de la Constitución de 1967, y en la ley del 13 de junio de 1971 que creó la Comisión Coordinadora de la Enseñanza que funcionó a veces contadas ocasiones.


LEY 14.101

La ley 14101, fue aprobada el 4 de enero de 1973. Antes de comenzar a hablar los aspectos generales, ubicarla en el tiempo y la situación del país es esencial.
Las décadas del 60´ y del 70´ se caracterizaron por un autoritarismo, durante el gobierno de Bodaberry. Esta ley fue aprobada por un parlamento elegido democráticamente, ya que la dictadura recién se instauró en junio de 1973.
Tras varios disturbios que se estaban dando en Montevideo, por las fuerzas guerrilleras, para establecer el orden y la seguridad en el país, se comenzó un proceso caracterizado por una estrategia prohibicionista y limitacionista, que supone una concepción restrictiva.
La ley estableció un cambio en la estructura del Sistema Educativo. Se suprimieron los entes autónomos, centralizándolos en dos: el CONAE (Consejo Nacional de Educación) y la UDELAR (Universidad de la República).
El CONAE quedó conformado por la educación primaria, la secundaria, U.T.U y formación docente. La UDELAR conformada por las facultades. Con esta ley se lleva a cabo finalmente, la Ley Orgánica de la Universidad.
También se crea por esa ley la Comisión Coordinadora de la Educación, que tiene esencialmente la misión de coordinar el CONAE y la Universidad; es precedida por el Ministro de Educación y Cultura e integrada por el Rector del CONAE, por los directores de los tres consejos (primaria, secundaria básica y superior y la Universidad del Trabajo), por el Rector de la Universidad y un miembro del Consejo Directivo de ésta y por dos representantes de los institutos habilitados.
Igualmente se crea la Oficina de Planeamiento Educativo, oficina que será reglamentada por el decreto del 2 de mayo de 1973, que refuerza una tendencia centralizadora en beneficio de las atribuciones del Ministerio.
Todos los integrantes del CONAE, serán designados por el presidente, o sea ya los docentes perdieron la libertad de elección de los altos jerarcas vinculados a la educación. Además de quedar los consejos subordinados a otros órganos que son elegidos por las autoridades, perdiendo toda la `` descentralización ´´ que poseían.
Una obligación del CONAE, es formular los proyectos de presupuesto del ente, o sea los entes no podrán determinar el valor de su presupuesto. También determina una función de vigilancia sobre las dependencias que lo integran, para `` preservar los principios del régimen democrático y republicano por parte de todos sus funcionarios y educandos ´´[7]. Significa que controlaran cada pieza que integre la educación, como robots para que cada uno cumpla su función sin destruir el orden ´´. Además crearían y aprobarían los estatutos del docente y determinarían los requisitos de los educandos.


LA AUTONOMÍA DE LA UDELAR

La Universidad es afectada por la Ley de Educación General sólo en lo que atiende al régimen electoral interno dando al sufragio el carácter de obligatorio y secreto.
En general, la Ley Orgánica de la Universidad que se estableció en 1958, cerró su ciclo de aprobación con la nueva ley de educación. Ésta (la primera ley) establecía que cada facultad formularía sus proyectos de presupuestos simplemente por partidas "globales" o totales de sueldos y gastos, una vez establecido el Presupuesto Nacional, se les designaba el presupuesto correspondiente, pudiendo disponer de sus recursos dentro de esas partidas, como mejor les conveniera. En este caso la UDELAR no tiene autonomía financiera. Los presupuestos presentados son como los del resto de la enseñanza, no son definitivos, sino que consultan a los que lo va a usar, pero van a ser modificados por otras autoridades de mayor jerarquía.
Entre otros puntos que se establecieron fueron: autonomía universitaria; gobierno integrado con la participación de tres órdenes (docentes, egresados y estudiantes); principio de libertad de cátedra y de opinión; definición precisa de los fines de la Universidad. Según Grompone[8], la UDELAR, posee Autonomía administrativa, ya que puede constituir sus propias autoridades, realizar y sancionar planes de estudio, y está conformada por un Consejo Directivo Central. Además de una `` descentralización normativa ´´ porque crean sus propios reglamentos.
Los planes de estudio a diferencia del resto de la enseñanza, son creados por cada consejo de las facultades y elevados al Consejo Directivo Central (integrado por autoridades elegidas por los tres órdenes, no impuestas).
En cuanto a la elección de autoridades, no está dispuesto en la ley orgánica, sino en la ley de educación en el artículo 54 al 69, en este caso, la Ley Orgánica se encuentra subordinada a esta ley, teniendo que cumplir con lo establecido.

UNA NUEVA ETAPA EN EL PAÍS

En marzo de 1972, luego de la instalación del nuevo gobierno (eligiendo a Bordaberry como presidente) los acontecimientos se precipitaron. Las Fuerzas Armadas (F.F.A.A), querían instaurar el orden para lograr un clima para el desarrollo económico y social. De esta forma el camino que trazaron se basó en la destrucción del aparato político-militar subversivo que operaba en el país, y con esto proporcionarían seguridad. El 27 de junio de 1973 fue una fecha clave puesto que se produce la disolución de las cámaras del Poder Legislativo, revocándose los gobiernos departamentales e interviniendo en los Entes Autónomos.
En el sector de la educación comenzaron las destituciones de docentes y clausura de los institutos de formación docente.
Por decreto de 28 de octubre de 1973 es intervenida la Universidad. En su artículo primero se estableció: `` Interviénese a la persona pública Universidad de la República ´´; y en su artículo segundo: `` Cométese transitoriamente al Ministro de Educación y Cultura la administración general de la Universidad de la República y proyectar las normas jurídicas a adoptar para asegurar la regularidad y eficacia de la prestación de los servicios de enseñanza superior así como la investigación exhaustiva de los hechos descriptos en las partes expositivas de este decreto para deslindar las responsabilidades consiguientes ´´. [9]
A tal resolución se le suma la complementaria por la del 4 de febrero de 1975, se crean dos cargos (Rector y Vicerrector) para intervenir en la dirección de la UDELAR. En ese momento pierde la autonomía administrativa que poseía. Intervienen las autoridades a través de estos cargos en la administración de la UDELAR.
De esta forma se anula todo lo establecido por la Ley Orgánica en cuanto al gobierno del ente. El rector podrá asignar y destituir a los decanos, siendo un ejecutor de órdenes de su superior rango jerárquico.
A causa de todo esto hubo una inmediata intervención en todo aquello que se relacionaba con el funcionamiento de la Universidad: casi el 40% de los docentes fueron destituidos, renunciaron o no se les renovó el contrato a su vencimiento. Los cargos obligadamente vacantes fueron cubiertos por el mecanismo de la designación directa. El movimiento estudiantil fue desarticulado y un régimen policíaco se impuso en los locales paulatinamente rehabilitados.
La Universidad intervenida ingresó en un proceso de desmantelamiento general, mientras se aislaba voluntariamente del entorno. Nada hace pensar que existiera el propósito de aplicar un modelo alternativo de Universidad, sino de asignarle la exclusiva función de formar profesionales. Ni proyectos de investigación científica, ni estudios sobre la problemática nacional pudieron ser encargados desde los yermos centros sobrevivientes. La investigación y la extensión fueron prácticamente suprimidas mientras eran clausurados numerosos servicios: Escuela Nacional de Bellas Artes, Instituto de Ciencias Sociales, Escuela de Enfermería, Hospital Escuela del Litoral, Servicio de Climatología de la Facultad de Arquitectura. Otras dependencias se paralizaron casi por completo: Instituto de Economía, de Matemáticas y de Ingeniería Hidráulica, junto a las estaciones agronómicas, vaciados todos de personal docente. La mayor parte de las bibliotecas fueron afectadas al dispersarse y "depurarse" sus fondos que otras veces fueron alejados de la consulta.
Igualmente se desmanteló la estructura académica, al suprimirse asignaturas. El régimen de cátedras aisladas sustituyó la anterior subdivisión en institutos y departamentos. Fueron sustituidos planes y programas de estudio, para dar paso a una conciente improvisación. Así en 1975 comenzaron a aplicarse mecanismos restrictivos de la admisión de estudiantes. Establecido el examen de ingreso primero parcialmente (Medicina y Odontología) se quiso justificarlo a partir de una insuficiencia locativa, que las autoridades interventoras agravaron al no construir prácticamente ningún edificio durante su gestión. En 1980 se generalizó el régimen a toda la Universidad; no obstante, un sistema de cupos prefijados que se impuso en 1982 constituyó el puente hacia la desaparición de todas las trabas en el último año de intervención. Nada se dijo si el sistema había fracasado, simplemente se modificó.



LA AUTONOMÍA EN EL resto de la educación

Con el anterior decreto vinculado a la UDELAR, vemos claramente la intervención de las F.F.A.A. en la enseñanza, pero más se nota al quitarles a los entes que existían antes de 1973, su autonomía administrativa y jurídica, creando el CONAE. Los anteriores entes de la educación perdían drásticamente la autonomía que la UDELAR ganaba.
No existió realmente una nueva política educacional, sino -simplemente- una política represiva aplicada a la educación: se trataba de eliminar todo rastro de lo anterior y de regimentar el sistema de tal manera que nada pudiese escapar al contralor militar, lo que llevó a que algunas veces se interviniese aún donde estaban actuando autoridades designadas por el propio régimen militar, en un desborde casi patológico de temor y desconfianza.
Dentro del CONAE, se crea el Instituto Nacional de Docencia `` General Artigas ´´, que agrupa los Institutos Normales, I.P.A e INET. La orientación política hacia los docentes aparece establecida en la ordenanza 29, estableciendo que `` las tres ramas del sistema educativo del CONAE, deben sustentar la misma unidad de doctrina, para lo que es imprescindible que todos los docentes estén imbuidos de los mismos ideales del sentir nacional y poseer un amplio espectro cultural y formativo que defina paradigmáticamente el perfil de los futuros ciudadanos ´´.
Esto significa adhesión a la política gubernativa y escasa pautas de los fundamentos de la formación docente. También que aquella autonomía que poseían los docentes, de elegir su forma de dar las clases, o sea la libertad de cátedra, ya no será establecida en la formación de los futuros docentes, y aquellos docentes ya recibidos, si la ejercían, eran perseguidos (la mayoría se fue al exilio) y el resto que quedó tuvieron que acatar las normativas nuevas para salvarse de una persecución.
Una intervención más que realiza el CONAE, es la elección de profesores de didáctica (lista de adscriptores), sin tener en cuenta los méritos de cada profesor.
Los distintos consejos de la educación, que se encuentran subordinaos, podrán elaborar programas y planes de estudio pero conformes a las normas dictadas por en CONAE.[10]
Como vemos todo aquello que sea parte de cualquier consejo subordinado, aunque sea lo más absurdo, deberá ser consultado al CONAE, y este tomará las decisiones correspondientes, siempre en beneficio de la seguridad del país.
En principio de la libertad de cátedra no está vigente y no puede estarlo cuando el Estado proclama la verdad oficial, excluye cualquier mención objetiva de corrientes de pensamiento y elimina todas las garantías de estabilidad en el cargo para los docentes.

El sistema de educación se encontraba destrozado, con un alto nivel de militancia estudiantil y de grupos de docentes politizados, que luego fueron expulsados, sustituyéndolos por personas de `` confianza ´´ del régimen cuya escasa o nula preparación cultural o pedagógica hizo descender la educación a niveles desconocidos antes en el país.


Ley 15739

Esta nueva ley, que rige desde el 28 de marzo de 1885 hasta hoy, se crea como LEY DE EMERGENCIA, postulando una formación del carácter moral y cívico de los educandos, defendiendo los valores morales y los principios de libertad, justicia, bienestar social, los derechos de la persona humana y la forma de gobierno. [11]
Teniendo en cuenta el contexto, el país se encontraba en una transición a la democracia, saliendo de la dictadura. Se realizaron las elecciones nacionales, siendo elegido como presidente, Julio María Sanguinetti quién comenzó a organizar el futuro Gobierno, que debía afrontar un período de crisis económica, en un país con muchos problemas heredados del régimen anterior. Las primeras medidas fueron: la legalidad de ciertas instituciones, como la FEUU (Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay).
El 25 de noviembre se promulgó la ley que autorizó la restitución a la carrera administrativa o la reforma de la cédula jubilatoria a todos los funcionarios públicos desconocidos en sus derechos por la Dictadura. Se reunieron los tres órdenes que co-gobiernan la Universidad, establecidos en la Ley Orgánica, para elegir un nuevo gobierno de emergencia, restituyendo los cargos de Decanos.
Para la educación primaria y Media, la Concertación Nacional Programática propuso, mantener la organización institucional de la ley 14.101 pero eliminando los artículos más polémicos.
En esta ley se crean un nuevo Ente denominado Administración Nacional de Educación Pública, que comprende a Primaria, Secundaria, Técnica y Formación Docente, dirigido por el Consejo Directivo Central cuya Presidencia, fue confiada al Profesor Pivel Devoto. La ANEP, sustituiría al CONAE.
La designación de los miembros de los Consejos de Primaria, Secundaria y Técnica fue realizada en el seno de la Concertación Nacional Programática. Se denomina expresamente como `` desconcentrados ´´ a los Consejos de Educación Primaria, Secundaria y Técnico Profesional otorgándoles atribuciones específicas. Esto de `` desconcentración ´´, separa a estos entes del poder central, otorgándoles parcial y limitadamente cierta libertad de acción.


AUTONOMÍA EN LA UDELAR[12]

En referencia a este ente, se retoma la Ley Orgánica, establecida el 29 de octubre de 1958. La UDELAR, continúa siendo un ente autónomo integrado por los mismos órganos, elegidos por los tres órdenes: docentes, egresados y alumnos, que además integran varios órganos como la Asamblea, los Consejos de cada facultad, etc.
Todas las autoridades son elegidas por los tres órdenes, no interviniendo otro órgano ajeno a la UDELAR, en su organización (Ministerio de Educación, ANEP, CODICEN, etc.). La forma de elección no está dispuesta en la ley orgánica, sino en la ley de educación en el artículo 29, en este caso, la Ley Orgánica se encuentra subordinada a esta ley, teniendo que cumplir con lo establecido.


AUTONOMÍA EN EL RESTO DE LA EDUCACIÓN

Se crea la ANEP como ente autónomo principal de la educación, dentro de ella se encuentra el CODICEN, que estaría compuesto por cinco miembros que serán elegidos por el Presidente de la República en acuerdo con el Consejo de Ministros, con previa venia de la Cámara de Senadores, o sea a diferencia de la UDELAR, cada ente de la educación (primaria, secundaria, etc.) no tendría autonomía administrativa, ya que no elegirían a sus autoridades del CODICEN, ni tampoco al resto de las autoridades de la Educación Pública. Los miembros de cada consejo van a ser designados por CODICEN, teniendo que ser docentes con ciertos requisitos. La creación de entes que rigieran sobre toda la Enseñanza Pública, se encuentra establecido en el artículo 202 de la Constitución.
En comparación con la ley 14.101 los consejos continúan en la misma situación de subordinación jerárquica.
Otro rasgo donde se limita la autonomía de los consejos, es en el artículo 13, inciso 2, que establece la aprobación de planes de estudio por parte de CODICEN proyectados por los consejos desconcentrados. En esto vemos otro rasgo limitatorio a la autonomía administrativa de los Consejos, ya que son ellos quienes están especializados en cada parte de la educación que deben recibir los futuros ciudadanos del país y no el CODICEN.
También las normas serán establecidas por el CODICEN, previamente consultando a cada Consejo, pero en este caso ¿hay autonomía?, más que nada hay un consulta a ver que opinan, no tienen poder de decisión los consejos ni tampoco serán establecidas las normas tal cual las propongan.
En cuanto al artículo 25, establece que: `` todos los actos administrativos de los órganos que integran la ANEP son susceptibles del recurso de revocación, que debe interponerse ante el mismo órgano que dictó.
En cuanto a la autonomía administrativa, la ANEP, tiene un órgano jerarca, el CODICEN.
Se crean las `` Asambleas Técnico Docente ´´ (ATD), cuya finalidad era el uso calificado de la voz en el entorno de los Consejos desconcentrados.
En cuanto a la autonomía financiera de toda la educación, lo que sucede es que depende totalmente del partido que se encuentre en el gobierno, ya que los órganos como la ANEP y la UDELAR, no se generan sus propios recursos.
En el caso del impuesto de primaria, va destinado a los comedores escolares.


El Proyecto de Ley de Educación:

Este proyecto comenzó hacia en el año 2006, declarándose año del ``Debate Nacional sobre la Educación ´´, que fue promovido por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), la ANEP y la UDELAR y organizado por una Comisión integrada por personas de amplia representatividad de todos los ámbitos de la educación nacional y de los partidos políticos.
Antes de pasar a analizar lo establecido en este, quisiera remitirme a lo que pedían los maestros en las ATD, antes de crearse este proyecto: propone para la educación autonomía técnica que implica libertad de cátedra en la participación de los docentes en los niveles de decisión; autonomía financiera que se corresponda con la correcta asignación de recursos; autonomía administrativa para flexibilizar y democratizar el sistema; autonomía de gobierno, la cual otorga libertad de conciencia, espíritu crítico y libertad en la toma de decisiones. En cuanto a la autonomía financiera, solicitan una partida presupuestal no menor al 4,5% del PBI tendiendo al 6% recomendado por UNESCO para la educación.
En esta nueva ley desean la representación de padres, docentes, y alumnos. Pretenden consagrar los principios Varelianos de universalidad, obligatoriedad, gratuidad y laicidad; debiéndose garantizar la pluralidad de ideas y justicia social.
Proponen la supresión del actual CODICEN, argumentando que ha sido el heredero político del CONAE (establecido en la ley 14.101), gestionando para aumentar el control político en el sistema educativo en los años previos a la dictadura. Quieren que se cree un Organismo Coordinador que agrupe los actuales subsistemas, como los Consejos de Educación Primaria, Secundaria, Educación Técnica y Formación Docente. Este organismo se integrará por un miembro de cada consejo autónomo y un miembro de la UDELAR. Se plantea la instalación de un Congreso Nacional de Educación el cual deberá proponer y discutir líneas de políticas educativas dando coherencia y cohesión al sistema.
El Dr. Arturo Rodríguez[13] dice que `` la verdadera reforma de la Enseñanza debe provenir del ejercicio de la autonomía por parte de los distintos entes; del ejercicio del derecho de los distintos órdenes en el gobierno de la enseñanza; del respeto del Poder Político por los intereses de la misma sin la intromisión de las influencias partidistas ´´.

AUTONOMÍA EN LA UDELAR

En cuanto a la UDELAR aún continúa en vigencia la Ley orgánica de 1958, pero en el proyecto de Ley de Educación no se encuentra establecida la forma de elección de las autoridades.
Además la Universidad va a participar en la creación del reglamento para los docentes y comenzará la coordinación con el futuro Instituto Universitario de Formación Docente.

AUTONOMÍA EN EL RESTO DE LA EDUCACIÓN

La educación será obligatoria a partir de los cuarto años (educación inicial), luego con seis años de educación primaria y tres años de educación media básica, luego tres años más de educación media superior, siendo un total de 14 años de educación para cada futuro ciudadano.
En cuanto a los docentes, pasan a tener un nivel universitario, creándose el Instituto Universitario de Educación, que se complementará con la UDELAR, admitiendo que estas formaciones deben ser compatibles y de tránsito fácil entre ellas.
La ley crea el Sistema Nacional de Educación Pública (SNEP) conformado por el MEC, la ANEP, y la UDELAR.
En cuanto las funciones deL MEC, se nota una intervención del Estado en la educación, cuyas nuevas funciones serán: facilitar las políticas educativas nacionales, articular las políticas educativas con otras políticas, promover la articulación de la educación con la investigación, presidir los ámbitos de coordinación educativa, relevar y coordinar la información y documentación educativa, coordinar la representación internacional de la educación, realizar propuestas al Consejo Coordinador del Sistema Nacional de Educación pública y a la Comisión Nacional de Educación.
Si se atiende a este discurso se puede apreciar que el MEC, encarnando al Estado, desarrollará todas las funciones supra-organizacionales, es decir aquellas que tienen que ver con los principios organizativos, normativos, institucionales e ideológicos que delinean el nuevo sistema educativo.
Estos cometidos se materializan en los órganos desconcentrados del MEC, y específicamente en dos: La Comisión Coordinadora del Sistema Nacional de Educación Pública y el Instituto Nacional de Evaluación Educativa.
Los diversos cometidos de la Comisión Coordinadora del Sistema Nacional de Educación Pública constituyen una manifestación del protagonismo estatal en el delineamiento, funcionamiento y organización del nuevo sistema de educación pública, pero también más allá de ésta, por las relaciones que mantiene este órgano con otros espacios orgánicos que componen el sistema.
Esto nos demuestra que en cierta forma la autonomía ha sido disminuida, ya que la ley le atribuye funciones que podría cumplir la ANEP.
Se ve el papel del Estado como responsable y hacedor en exclusividad de la educación (y de la enseñanza). Si el Estado no interviene, nada es posible en materia educativa. Él da todo. El Estado debería armonizar, ser un vínculo entre los distintos entes y no monopolizar. Pero al intervenir el Estado, viene detrás del Gobierno y una figura clave: el Poder Ejecutivo.
Este nuevo órgano (COMINE), será autónomo normativamente, ya que se dictará sus propias, y su función principal será la de deliberar sobre políticas educativas.
La creación del “Instituto Nacional de Evaluación Educativa “, le quita una función a la ANEP. Este tipo de instituto se crea para cumplir con los standards internacionales, se encuentra en países que concretan acuerdos internacionales con organismos multilaterales de crédito que imponen condiciones al prestar dinero e ideas y que utilizan mediaciones internacionales para evaluar aspectos cuantitativos en relación a los aprendizajes.
La intervención extranjera de “personajes“ que no son parte de la Educación, quita a los que si somos la autonomía que tenemos de elegir los cometidos de la Educación para nuestro futuro y qué debemos evaluar de sus resultados.
La educación pública (del y para el pueblo) no puede estar atada a los cambios políticos ni a las condiciones políticas de los gobiernos si debe depender de los actores que son parte de ella y que la reciben a diario: docentes, padres, alumnos y egresados.
El artículo 48 establece sobre la autonomía que: `` La Enseñanza Pública estará regida por Consejos Directivos Autónomos de conformidad con la Constitución de la República y la Ley, que en aplicación de su autonomía tendrán la potestad de dictar su normativa, respetando la especialización del ente ´´. Es el único artículo que habla de la autonomía de forma explícita pero tan sólo a nivel general, no especifica la autonomía de cada uno de los entes. No habla de niveles de autonomía, sino de una sola, igual para todos, y esto no es verdad. Establece lo que dice la Constitución en al artículo 202. es importante una “autonomía no de escritorio o recortada, sino total, independiente por completo del poder político “[14].
En el artículo 14 se establece la libertad de cátedra, ahora los docentes tienen autonomía dentro de sus aulas, pudiendo tomar decisiones sin perder de vista que están en un marco de un plan de estudio. No significa enseñar lo que queremos ya que se debe respetar el programa, sino planificarlo de modo subjetivo pero en forma responsable.
En el artículo 59, se establece aún una dependencia con el Poder Ejecutivo de los recursos financieros.
Lo novedoso es que los docentes podrán elegir dos integrantes del CODICEN, pero son cinco en total, o sea, la elección de los docentes es minoritaria, su “voz” no podrá alcanzar nunca la mayoría a la hora de las decisiones.
Los planes de estudio aún son revisados y establecidos por el CODICEN, los consejos simplemente son consultados.
La integración de cada consejo también la determina el CODICEN. Aún no se establecen elecciones como en la UDELAR, con la participación de todos los actores de la educación. En cuanto a la descentralización normativa, cada consejo sólo podrá crear un reglamento que luego será revisado y aprobado por el CODICEN.
Las ATD, aún siguen teniendo dos funciones: consultivas y con derecho a iniciativa, el cuerpo docente deberá seguir asistiendo a ellas, pero no tiene poder de decisión.
En toda la Enseñanza, dejando de lado a la UDELAR, los docentes son consultados, pero jamás su palabra tendrá validez de decisión. Mucho menos los estudiantes ni otros actores de la educación vinculados a ella, como los padres. Creemos que falta mucho para tener un nivel de autonomía como la UDELAR.
Un detalle que nos incumbe por ser partícipes de este instituto al cual concurrimos (I.P.A.), es que pasa a ser junto con el Instituto de Magisterio un Instituto Universitario de Educación, pero como aún no se a aprobado la ley, no tiene un reglamento en común. Las normas que lo regirán por un largo tiempo no las crearán los actores que lo integran: docentes, alumnos y otros funcionarios, sino que la Comisión Coordinadora del Sistema Nacional de Educación Pública, que deberá reunir una comisión integrada por representantes del MEC, ANEP, INAU y UDELAR. Si el reglamento es para los docentes y futuros docentes, ¿por qué participan tantas autoridades ajenas a los institutos? Porque aún no poseemos autonomía administrativa ni descentralización normativa.

CONCLUSIÓN:

Antes que todo quisiéramos recordar que en la introducción realizamos una pregunta, que una vez realizadas los estudios correspondientes ya creemos poder responder.
Al ver los últimos treinta y cinco años de la enseñanza, cualquier persona se da cuenta, como nosotros, las penurias por las que hemos pasado, al ver cómo no somos tomados en cuenta para decidir en nuestra educación y cómo todos opinan sin “vivir el día a día”.
Creemos que sí falta mucho para tener una autonomía total en todos los ámbitos, ya que cada vez más nos encontramos más abajo en la organización del Sistema Educativo, y dependiendo de las decisiones de otros órganos, esperando las “limosnas” que nos ofrecen cuando miran hacia abajo y nos recuerdan que existimos, que somos una parte esencial de la enseñanza.
Si recordamos el pensamiento de Varela, éste establecía que el maestro formaría a los futuros ciudadanos. Estamos de acuerdo que somos los formadores de las futuras generaciones, pero para poder lograr esto, debemos hacerlo en un contexto de libertad, autonomía, igualdad, donde podamos decidir todo aquello que nos incumbe. Sí fuimos consultados sobre qué deseábamos para la enseñanza, en el 2006 a través de las reuniones que se realizaban entre docentes, padres y alumnos, realizándose luego una Comisión, para redactar el proyecto de Ley de Educación, en el cual no pueden elaborar un sistema educativo donde nos encontramos en el último escalafón de la cadena de “entes”.
Creemos que mucho menos. Que una vez que llegue el proyecto al parlamento, cambien más cosas de su contenido.
Tampoco es la solución realizar paros porque con eso solo les damos un ejemplo de irresponsabilidad a las autoridades y a nuestros alumnos.
La solución a todo esto es la consulta a todos los actores de la educación antes de una aprobación definitiva de este proyecto, porque crear una ley “no es cosa de todos los días” y una vez establecida no hay marcha a tras, y todo se deberá acatar aunque no queramos.


Bibliografía:


· Ley 14.101

· Ley 15.739

· Ley Orgánica de la Universidad de la República, 12.549.

· Proyecto de Ley de Educación.

· ANEP: Panorama de la Educación en el Uruguay , una década de transformaciones. 1992-2004. MECAEP, noviembre 2005.

· FENAPES (Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria): La Reforma impuesta. Cáp.: 2, La autonomía de la enseñanza, su memoria y el marco actual.

· Grompone, Antonio; Universidad Oficial y Universidad viva. Cuadernos de sociología. Biblioteca de ensayos sociológicos; Instituto de investigaciones sociales, Universidad Nacional; México, D. F. 1963.

· Nahum, Benjamín; Maronna, Mónica; Frega, Ana; Trochón, Yvette: Historia Uruguaya: El fin del Uruguay liberal. Tomo 8. Ediciones de la Banda Oriental, 1994, Uruguay.

· Página de Internet Explorer: http://www.fenapes.org.uy/mailing/carpa%20julio%2008/comunicado1.htm.

· Petit Muñoz, E; Sosa, A: Dos estudios sobre Autonomía.

· Revista de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria del Uruguay. Octubre de 2008. C.S.E.U – PIT- CNT.

· Revista Historia Reciente, número 23: “El golpe de
Estado” . El País. 2008.

· Sosa, Adémar; Autonomía, Co-gobierno y Coordinación.

· Traversoni, Alfredo; Piotti, Diosma: Nuestro sistema educativo hoy. Colección Temas del Siglo XX. Ediciones de la Banda Oriental, 1984, Uruguay.
[1] Sosa, Adémar. Dos estudios sobre Autonomía. a
[2] Grompone, Arturo. Universidad viva y universidad oficial. Cuadernos de sociología. Biblioteca de ensayos sociológicos; Instituto de investigaciones sociales, Universidad Nacional; México, D. F. 1963.pp 162
[3] Idem, pp 162.
[4] Op.cit .,162.
[5] Palabras de Dr. Arturo Rodríguez Zorrilla en el cierre de la VIII Asamblea de Profesores Art. 40, 1968-lee la Declaración sobre autonomía de la III Asamblea de Profesores Art.40 de 1959. Revista de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria del Uruguay. Octubre de 2008. C.S.E.U – PIT- CNT.
[6] Comunicado del día 1/8/08, en la carpa de FENAPES. Extraído de la página: http://www.fenapes.org.uy/mailing/carpa%20julio%2008/comunicado1.htm.

[7] Artículo 16, incisos 4 y 12.
[8] Grompone, Antonio; `` Universidad Oficial y Universidad viva ´´.
[9] Traversoni, Alfredo; Piotti, Diosma: `` Nuestro sistema educativo hoy ´´. Pág.:40. Colección Temas del Siglo XX. Ediciones de la Banda Oriental, 1984, Uruguay.
[10] Artículo 17, inciso 1.
[11] Ley de educación 15.739, artículo 6 inciso 4.
[12] En el análisis de la Ley 14.101 ya desarrollamos el resto de los aspectos de la Ley Orgánica de la Universidad, que con la aprobación de la Ley 15.739, sigue en vigencia.
[13] Palabras de Dr. Arturo Rodríguez Zorrilla en el cierre de la VIII Asamblea de Profesores Art. 40, 1968-lee la Declaración sobre autonomía de la III Asamblea de Profesores Art.40 de 1959. Revista de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria del Uruguay. Octubre de 2008. C.S.E.U – PIT- CNT.
[14] Revista de la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria del Uruguay. Octubre de 2008. C.S.E.U – PIT- CNT.

Realizada por Alicia Badaracco y Paola Pastor

Laicidad

Laicidad
Laicidad - Libertad de enseñanza - Derecho a la educación

Introducción.
En el presente trabajo nos dedicaremos a abordar una de las temáticas más controvertidas, el concepto de Laicidad.
El concepto de laicidad es un concepto que muchas veces se confunde con laicismo, pero, como ya veremos más delante, son términos que poseen significados totalmente diferentes.
Hoy en día el concepto de laicidad es entendido como una actitud que procura que los hombres actúen de una manera respetuosa de todas las ideas políticas, filosóficas, etc. así como de las personas y los grupos que las sustentan, y estos a su vez, entre sí. Por lo tanto la actitud de la laicidad se orienta al respeto recíproco de todas las ideas.
Un Estado laico permite, en un marco de igualdad de oportunidades, la libre comunicación de las ideas y el desarrollo pleno de la persona humana. Por ello esta concepción está asociada al concepto de la TOLERANCIA, al respeto que la sociedad le debe a cada uno de sus integrantes y a la posibilidad de que el libre albedrío desarrolle sus facultades.
La libertad de conciencia, no es excluyente sino abarcadora, no es limitada sino comprensiva. La laicidad es la garantía de la convivencia, es el equilibrio de nuestra sociedad, permitiéndonos igualdad de condiciones y formación para una libre elección posterior de acuerdo a nuestra filosofía.
Por todo ello la laicidad debe ser salvaguardada por todos los hombres, ya que la misma es un derecho que poseen los mismos para que puedan estos actuar bajo todas las formas posibles para que ningún dogma acalle ninguna voz, ningún pensamiento y ninguna libertad.
Sin embargo, debemos hacer referencia a la laicidad no sólo se refiere al ámbito educativo, sino que la misma hace referencia a otras cuestiones, lo cual es un error considerar que cuando se habla de laicidad se está haciendo referencia solo al ámbito educativo.
Nosotros si abordaremos nuestro análisis desde un marco educativo, pero lo haremos desde los tres ejes de nuestro triángulo:
Laicidad - Libertad de enseñanza - Derecho a la educación.

Para realizar nuestro estudio nos basamos principalmente en la obra de Reina Reyes “El derecho a educar y el derecho a la educación”, ya que se ha considerado que dicha autora es la que establece de forma más clara nuestra temática. Sin embargo, se han introducido lecturas de Julio Castro, Edgar Morin y la opinión de los maestros en el Parlamento.

Tal vez nuestro análisis no realiza un profundo análisis del tema, pero sí lo que se trató de hacer es un análisis más global que abarcara principalmente los principios de la laicidad, más que su definición misma.
Desarrollo.

Tal como sostuvimos en la carátula de nuestro presente trabajo, podemos decir que la laicidad – el derecho a la educación - la libertad de enseñanza, son tres conceptos que están interrelacionados, lo cual hace que sean los pilares fundamentales de un mismo triángulo. Por lo tanto comenzaremos hablando del derecho a la educación, para más tarde llegar a la libertad de enseñanza, y por último desarrollar nuestro tema principal sobre la laicidad.
Para referirnos al derecho a la educación y el derecho a educarse, debemos hacer referencia a Reina Reyes y a su obra “El derecho a educarse y el derecho a la educación”.
Concepto de derecho:
“El derecho del hombre no es pues, la delimitación de una facultad que le es innata o la protección de una prerrogativa de la que goza. Es la medida de una necesidad. De esa necesidad misma que, si no es satisfecha impide al hombre alcanzar la plenitud de su ser. El derecho llega así a coincidir con la exigencia de un mínimo vital, entendiendo la expresión, no en el plano restringido de la remuneración del trabajo, sino en el sentido más amplio que le confiere su aplicación a todas las necesidades materiales y espirituales del ser humano” [1]
Pero este derecho que tiene el hombre carece de valor Jurídico hasta que se incorporan a la legislación vigente en un país, y además en la actualidad la efectividad de los derechos del hombre (económicos, sociales y culturales) dependen de la estructura económica y política de la sociedad.
La definición de derecho que cita Reina Reyes, de G. Burdeau hace referencia, sobre todo, a que los derechos no tienen otra virtud que la de ser inviolables, es decir que nadie los puede violar, y por esa razón los mismos incitan más a la privación de alguna cosa o a la abstención que a la acción, y en efecto son los protectores de la libertad constituyen el fundamento de la democracia liberal, y por lo tanto los derechos son exigencias y necesidades del hombre.
Derecho a la educación:
Reina Reyes en su análisis parte del inciso número 1 del artículo n° 26 de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948: “Toda persona tiene derecho a la educación.”
Sin embargo, ese artículo no se queda allí, sino que la Declaración de los Derechos Humanos, además de declarar ese derecho válido para toda la especie humana, también instruye las herramientas para que se pueda llevar a la práctica ese derecho que tienen todos los hombres a educarse, por esa razón el inciso número 1 continúa diciendo: “La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos en función de los méritos respectivos.”
Por lo tanto, el derecho a educarse además de ser un derecho, el mismo es también gratuito y obligatorio, para que se haga efectivo su práctica. Esos dos pilares fundamentales del derecho a recibir educación que tiene el hombre tiene que ver con el tramo educativo que tiene como objetivos alfabetizar y socializar al individuo, ya que se está hablando de educación básica.
De este modo las funciones históricas de la educación eran saber leer y escribir para ser un alfabeto, sin embargo al hombre no solo le alcanza saber leer y escribir, sino que para poder vivir en la realidad de su actualidad (siglo XXI) el hombre necesita poseer las cinco claves de la educación básica, necesidades reformuladas en la Conferencia de Jomtiem, Tailandia, en 1990.[2]
Por lo tanto a esas dos funciones históricas de la educación: alfabetizar y socializar, se le agrega una tercera que tiene que ver con el desarrollo de las competencias, de las habilidades intelectuales del hombre, que no sólo tienen que ver con que sepa escribir y leer, sino además que pueda expresar lo que piensa, poder hacer un análisis independiente, poder reflexionar, etc.
Ese derecho que tiene el hombre a la educación, lo beneficia tanto a él como a la sociedad que integra. Sin embargo, la forma en que se satisfacen sus derechos, tanto económicos, sociales y culturales depende de las circunstancias en que vive.
Por lo tanto decimos, primero que nada, que el derecho a la educación, no se puede aplicar fuera de una sociedad democrática.
Si en una sociedad existe la libertad de enseñanza, esto lleva implícitamente que en esa sociedad se reconozca el derecho a la educación y el derecho a educarse. En efecto, en la democracia liberal se considera la libertad como condición innata, por lo cual la organización política debe proteger esa libertar frente a los abusos del Poder. La libertad no es otra cosa que la capacidad que el hombre puede alcanzar.
Pero en una sociedad el derecho a educar quién lo tiene, esta es una pregunta muy difícil de contestar, que Reina Reyes también se dedicó a atender. Esta autora sostiene que “sí quien educa tiene derecho a hacerlo puede establecer los fines de la educación de acuerdo a su posición personal en lo político y en lo religioso. Sí el titular del derecho es el educando, los fines no pueden ser otros que los especificados en el Art. 26 de la Declaración de los Derechos Humanos”.
Art. 26. Inciso 2°- “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo que la personalidad y el fortalecimiento del respeto a los derechos del hombre y a las libertades fundamentales favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la Paz.”
Pero el encuentro entre el educando y quien se asigna el derecho a educar en la actualidad, ha generado conflictos de proyecciones pedagógicas con respecto a los fines y métodos educativos.
El derecho a educar ha sido ejercido en grados distintos por distintos agentes, por lo tanto el derecho a educar es un derecho móvil que ha sido llevado a cabo por distintas instituciones, sujeto al modelo histórico, político, social, religiosos.
La familia, la sociedad, la Iglesia, el Estado han ejercido y aún ejercen en grados distintos el derecho a educar imponiendo valores y persiguiendo la aquiescencia[3] del educando desde la niñez. Por lo tanto es difícil el logro de la autonomía[4] personal.
Constituida la familia los padres ejercen el derecho a educar a sus hijos, estos se convierten en los primeros educadores y son los agentes que en mayor grado ejercen la acción de educar.
En efecto, los padres tienen con respecto a sus hijos, una situación singular no comparable a las relaciones del niño con el Estado o con la Iglesia, instituciones creadas por el hombre en función de ideas o creencias, pero ambas influyen directamente sobre los padres dentro de su ámbito social.
Los padres ejercen el derecho a educar de hecho cuando deciden o eligen la educación para sus hijos, esto queda establecido en el inciso n°3 del artículo 26: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”.
El segundo agente que tiene derecho a educar ha sido y es la sociedad, ya que la sociedad asegura su continuidad con la transmisión del nuevo acervo cultural (valores, costumbres, ritos, etc.) que hacen las generaciones adultas sobre las nuevas generaciones a través de la educación.
Sin embargo, cuando el incremento de conocimientos y destrezas de una comunidad hizo necesario acelerar el proceso de transmisión natural, se crearon instituciones educativas y quedó establecido el derecho a educar como exigencia de la comunidad. Por lo tanto, la sociedad es un agente educador de primer orden, ya que necesita educar para mantenerse.
Reina Reyes expresa que la sociedad ejerció el derecho a educar y los fines de la educación, por lo tanto, no podían ser otros que la aceptación de los conocimientos, normas y valores de las generaciones adultas.
La aparición de las primeras escuelas respondió a móviles religiosos, que se asociaron a móviles políticos dada la vinculación de la Iglesia con el Estado en las naciones de Occidente.
Libertad de enseñanza.
En lo que respecta a la libertad de enseñanza, Reina Reyes sostiene que la defensa de la misma ofrece los mayores riesgos con respecto a los fines de la educación, porque supone otorgar a cualquier maestro el derecho a educar en función de su modo personal de concebir al hombre y a la sociedad.
La palabra “enseñar” denominó la acción de desvelar, correr los velos que ocultan una realidad. Hoy en día se utiliza dicha palabra para denominar la acción de trasmitir conocimientos o destrezas, prescindiendo del carácter formador que esa acción supone.
En efecto, la palabra enseñanza demuestra una generosidad por brindar a otro lo que ya se posee, pero, en los niños esa acción puede imponer emocionalmente formas de sentir y de pensar que dificulten una posterior elección personal en todos los ámbitos.
Siguiendo la etimología de la palabra “enseñar”, la misma quiere decir educar, conducir, seducir, que en efecto, es una actitud de guía que realiza el educador con su educando. Sin embargo quien guía, según Reina Reyes, puede hacerlo por autoridad, imponiendo valores o puede mostrar los caminos por el conocidos y aun provocar la búsqueda de otros, dejando al guiado en condiciones de poder elegir el suyo propio.
En este sentido es difícil establecer los límites del educador en su tarea de guía al educando y cuando la libertad de enseñanza lesiona el derecho a la educación del niño.
Lo contrario a la libertad de enseñanza es el monopolio de la misma.
Monopolio de la enseñanza.
La misma tiene que ver con que el Estado no puede ser el único agente encargado de llevar a cabo la educación, sino que el mismo debe autorizar a otros organismos, que estén bajo su órbita, para enseñar el tipo de educación que quieran, pero la tarea del Estado solo es de control de esas instituciones.
En efecto, el Estado los autoriza a dar el programa educativo que ellos pretendan, sin embargo no se encuentran habilitados sino cumplen con el programa nacional de educación estipulado por el Estado, y es con respecto a esto que el tema es muy sensible ya que no existe una medida determinada para saber hasta donde llega la libertad de esa institución y la intervención del Estado.
Una vez que hemos cumplidos con las dos caras de esa triángulo: derecho a la educación y libertad de enseñanza, podremos pasar a nuestro tema central que es la laicidad.
Laicidad.
Dicho término se confunde con el término laicismo, ya ambos derivan de la palabra laico, pero su significado es totalmente distinto. Reina Reyes cuando fue invitada por FUM-TEP para hablar en un acto sobre la laicidad, la autora ya desde un principio expuso su preocupación por diferenciar la laicidad del laicismo. Términos, según la autora, que se usan muchas veces, con frecuencia confundiéndolos. La laicidad es una actitud, el laicismo es una doctrina.[5]
Siguiendo el análisis de Reina Reyes, el término laico deriva de laos, pueblo, pueblo no diferenciado, no jerarquizado, en oposición al klero, palabra, que en griego designa lo calificado de la sociedad, la clase social detentora de ciertos privilegios sancionados por la costumbre o por la ley.
Por lo tanto laos se usaba para referirse al pueblo en sentido genérico, en oposición a kleros que se usaba para aludir a un grupo que gozaba de ciertos privilegios que se diferenciaba del resto.
Del término laico derivó la palabra laicismo, que es una doctrina, y en la medida que es una doctrina es fácil de definirla como la separación de la Iglesia del Estado, es decir que ambas instituciones se encuentran en esferas de ámbitos diferentes. Reina Reyes sostiene que el laicismo “defiende al hombre y a la sociedad civil de influencias eclesiásticas porque considera a las religiones y a los cultos como fenómenos ajenos al Estado”.
El hombre se emancipó políticamente de la religión al pasar ésta del dominio del derecho público al derecho privado.
En efecto, el laicismo dio origen al Estado laico que reconoce la multiplicidad de concepciones de vida y mantiene una posición neutral con respecto a ellas, garantizando el libre ejercicio de todos los cultos, sin reconocer un culto oficial, evitando, por lo tanto, con ello la intromisión de la autoridad religiosa en la autoridad civil.
Con respecto a esto también los maestros opinan que en el último cuarto del siglo XIX, la laicidad aparece, fundamentalmente, asociada al concepto de laicismo como doctrina que defiende al hombre y a la sociedad civil de influencias eclesiásticas, porque considera a las religiones y a los cultos como fenómenos que se encuentran fuera del Estado.
Justamente, el proceso de la separación de la Iglesia del Estado, que más tarde veremos como se dio en el Uruguay, posibilita la construcción de una sociedad con cohesión social.[6]
En cuanto al término de laicidad, la misma es un neologismo[7] y por esa razón no aparece definida en el Diccionario de la Real Academia. Es decir que la palabra laicidad es difícil de definir porque la misma alude a una conducta a una postura social, a una manera de sentir y de actuar a la cual Reina Reyes hace referencia. Según la autora la laicidad es una actitud que asumimos en la sociedad, y por esa razón tiene que ver con los vínculos sociales: cómo nos paramos en la sociedad y cómo nos vinculamos con otros.
Por lo tanto, la laicidad según la autora responde al espíritu del humanismo que proclama la dignidad de la persona humana, respeta la individualidad de cada hombre concreto y, por lo tanto, deja al hombre en plena elección personal en todos los ámbitos (políticos, religiosos, filosóficos, artísticos, etc.).
La laicidad supone un ideal de convivencia basado en el respeto recíproco entre personas, cualquiera sea su posición en los dominios de la religión, la filosofía o la política, e implica una oposición a toda presión coercitiva en estas materias.
Reina Reyes hace referencia al artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos que sostiene: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.
En efecto, la autora expone que “tal es el espíritu y el significado de la laicidad”.
En relación a la laicidad en la enseñanza Julio Castro sostiene que la acción de enseñar, de trasmitir aquello que se sabe, es también salvaguardar los valores internos que posee el otro ser, en efecto la actitud educativa debe estar depurada de imposiciones, coacciones o supuestos. Por lo tanto el que enseña al individuo (al niño) no le puede mostrar que determinada concepción del mundo es la verdadera, ya que lo que es verdad existe, puede ser probada y demostrada independientemente de cada individuo, porque el autor sostiene que “la verdad es un hecho que pertenece a todos” los individuos.
Edagar Morin afirma también que el sentido del término “laicidad” es claro, ya que apunta a la racionalidad crítica opuesta a los dogmas, es la pluralidad opuesta al monopolio de la verdad.[8]
Distinto es que una cosa que sea cierta porque yo crea en ella que obligar a los demás a que lo hagan también. Si el que enseña impone su acto de cree en lo que él piensa, hace que otra mente acepte lo que él dice que es cierto sin que pueda probarle ni demostrarle, será siempre una imposición; una lesión al libre desarrollo de otra persona y por lo tanto una violación a la laicidad.
Como lo dice el artículo que cita Reina Reyes, “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión...” por lo tanto todo individuo tiene el derecho de opinar y de expresar diferente a mí y al otro. Por esa razón la laicidad es un elemento primordial de las democracias, y por ello la autora vincula la Laicidad con la Democracia, ya que la laicidad solo cabe en una sociedad democrática.
Entonces decimos que los componentes esenciales de la laicidad, según Reina Reyes, son:
· Libertad de pensamiento.
· Libertad de expresión.
Ella expone que “la libertad de pensamiento para proyectarse en la vida social, reclama libertad de expresión, pero la libertad de pensamiento es otra cosa que la libertad de expresión. Se puede expresar libremente lo que se piensa sin haber pensado libremente”.
“El derecho a expresar nuestros pensamientos tiene algún significado tan solo si somos capaces de tener pensamientos propios”.[9]
Por lo tanto, la libertad de pensamiento es una “libertad de”, es una libertad individual que posee el individuo. Yo puedo ejercitar mi libertad de pensamiento sin relación social. Pero para que mi laicidad sea auténtica yo tengo que estar en relación con otros y respetar lo que los otros piensan aunque difiera su opinión de la mía.[10]
La libertad de expresión, es una “libertad para”, la cual es social y que por lo tanto reclama relaciones personales de igualdad, para el respeto a la libertad de pensamiento y de expresión de los otros.
De este modo, la autora sostiene que garantizar la libertad de expresión debe ser la acción considerada como el fin más importante de la organización política, ya que el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos supone libertad de pensamiento y de expresión más correlativa obligación de respetar esas obligaciones en los otros.
Este juego de libertades y de respeto a esas libertades, esta relación de derecho y de deber, es lo que, en esencia constituye la LAICIDAD.
La laicidad se nutre del respeto a los otros, según Reina Reyes, y esta idea es afirmada por Julio Castro, ya se debe respetar que el otro piense distinto, que tenga una conducta distinta a la mía y por lo tanto no se debe imponer desde afuera, como coacción un sistema explicativo del mundo, un concepto de vida, una moral, etc., única y válida para todos los hombres por igual; sino que de se debe respetar las diferencias más que tolerarlas.
Reina Reyes sostiene que para definir la laicidad es necesario insistir en la idea de RESPETO, evitando utilizar la palabra “TOLERANCIA” que parece insinuar que SE SOPORTA COMO POR FAVOR LAS IDEAS CONTRARIAS A LAS PROPIAS.
El Diccionario de la Real Academia define la tolerancia como: “Tolerar. Sufrir, llevar con paciencia, soportar, aguantar”.
Justamente esto no es lo que la LAICIDAD supone, sino el RESPETO a las ideas de otros, por opuestas que sean a las nuestras. La LAICIDAD no reclama GENEROSIDAD, sino JUSTICIA, justicia que emana de la idea y del sentimiento de la igualdad de los hombres ante el derecho.
Es decir, que yo no debo otorgar al otro una actitud de generosidad al escuchar las ideas que son opuestas a las mías, porque de este modo yo estoy creyendo que mis ideas son superiores a las de él y por esa razón yo le hago el favor de escucharlo. Por esa razón el individuo debe tener una actitud de respeto, porque el mismo implica una justicia con el otro, con lo que este piensa, siente y dice. Si se tiene una actitud de respeto con el otro que es diferente a mí y a mis ideas, esa es una actitud positiva, de la que yo al escucharlo puedo tomar algo de sus ideas e incorporarlas a las mías propias e incluso a cambiar de opinión.
En efecto, el otro componente esencial de la Laicidad es el Respeto, ya que quien se considera por su manera de pensar superior a otros, tiende a imponer su pensamiento y su persona; quien se siente igual al otro en lo que se refiere a la búsqueda e la verdad en religión, filosofía o política, respeta ideas de los otros que no sean las suyas... sin embargo, este respeto requiere interés en lo que el otro está diciendo y en lo que piensa.
Los maestros opinan también que la laicidad supone un ideal de convivencia basado en el respeto recíproco entre personas, cualquiera que sea su posición, en los temas de la religión, la filosofía o la política.[11]
En efecto, la laicidad implica el respeto a todas las opiniones y a todas las creencias y por lo tanto la democracia reconoce a la laicidad como la condición necesaria para la convivencia pacífica y para la colaboración de todos los hombres, sin distinción de clases sociales, razas, religiones o tendencias políticas.
Por lo tanto es laico o tiene una actitud laica quien exige el derecho de pensar y expresarse libremente, reconociendo en los otros el mismo derecho.
De este modo la autora Reina Reyes expone que “la laicidad no es una ideología, no es una filosofía, es una sabiduría. No es en principio una doctrina, una teoría que se traducirá enseguida en actitud, en acción”. De éste modo no es lo primordial definir la “Laicidad”, ya que la misma no se define, se siente, se vive.
Por lo tanto la actitud laica implica una lucha por lo mejor de cada hombre en una sociedad más justa, y todos los hombres deben luchar para el respeto de sus derechos propios.
Los maestros opinan también que la laicidad no se la define como neutralidad o prescindencia[12], sino que la actitud laica pasa por el compromiso con la comunidad, significa la asunción de una postura responsable con respecto al contexto social, sea local, nacional o mundial en que se vive, con el objetivo de mantener vivos los valores que humanizan al hombre y transformar aquéllos que lo enajenan.[13]
La laicidad queda a salvo sí el fin de la educación es la del liberar al individuo, pero cómo se hace esto, es lo que trataremos de explicar a continuación.
Si bien los contenidos que debe enseñar el educador son importantes, la laicidad pasa en buena parte por la forma de cómo se enseñan esos contenidos. No es la cantidad de información lo importante, sino los métodos que se utilizan para su enseñanza.
Primero que nada en el acto educativo se enfrentan una personalidad madura, el educador, y una personalidad en proceso de formación, el educando, y la primera ejerce necesariamente autoridad sobre la otra, pero ¿cómo debe ejercer el educador su autoridad necesaria?
La relación educativa es una relación asimétrica, donde el educador confluye con el educando, es evidente que el educador juega un papel primordial en la acción educativa; sin embargo su función de autoridad es más esencial aún.
Mientras que en la vida del educador los niños pasan unos tras otros en los diferentes años, en la vida de los niños esos docentes quedan marcando la memoria del niño, o como maestros de libertad o de sometimiento. Es decir que la laicidad supone una influencia de la persona del educador con el alumno, una influencia que puede ser positiva o negativa.
Por lo tanto, esa autoridad necesaria que debe ejercer el docente no debe ser, según la autora Reina Reyes, una situación de sometimiento a la autoridad del educador, ya que esto puede ser obstáculo para la afirmación de sí mismo y para una correcta socialización.
Pero para la educación laica no importa la posición personal del educador en los dominios de cualquier materia (religiosa, política o filosófica), sino lo que importa son los métodos educativos que se utilicen.
Sin embargo no se debe dejar de reconocer que el docente realiza una especial influencia sugestiva sobre los educando, sobre todo en la adolescencia. La influencia personal del maestro, que es difícil de definir, es de una influencia valiosísima para la formación de la personalidad del alumno.
Ya que, según Reina Reyes, el maestro carente de ideales, de ubicación indefinida, etc., muy difícilmente genera en sus alumnos impulsos de superación. Por lo tanto, el índice para valorar la acción educativa no es el programa de estudios, sino los métodos utilizados para valorar su cumplimiento.
El problema que la educación plantea es el encontrar el medio de no suprimir la libertad del alumno. El docente debe enseñar al alumno a crear y no creer porque es más fácil y cómodo. Si el alumno se encuentra limitado a aprender porque se le manda sin descubrir por sí mismo verdad, entonces no puede ser libre moralmente.
La escuela laica al eliminar la imposición de los dogmas (políticos, religiosos, etc.) favorece la duda, cultiva la observación objetiva de la realidad y hace posible el pensamiento reflexivo y el juicio crítico.
Reina Reyes sostiene que la educación laica, el maestro en lugar de estar interesado por la respuesta correcta del niño debe estar preocupado por lograr que el pensamiento del alumno sea el resultado de una auténtica e integral actividad mental y no la memorización de lo aprendido. Por lo tanto la educación laica tiene como objetivo desarrollar en el individuo la capacidad reflexiva. Lo que ocurre contrariamente a la educación dogmática, donde la misma pone trabas al pensamiento reflexivo del alumno.
La organización política de la democracia que cultive el pensamiento reflexivo constituye una garantía de su existencia. La democracia ideal reclama un pueblo liberado, un pueblo educado en la laicidad.[14]
Reina Reyes sostiene que la integración del pensamiento reflexivo con el sentimiento de igualdad de los hombres, es el propósito de una educación orientada por el ideal de laicidad.
Por lo tanto, como ya mencionamos, el pensamiento reflexivo del individuo apunta a que el niño se encuentre en un clima de experiencias seleccionadas y dirigidas, donde en un clima de libertad y de colaboración pueda crear por sí mismo y llegar a su propia verdad.
Mientras que el sentimiento de igualdad de hombres que preconiza la laicidad se trata de la aspiración a una igual voluntad de amor a los hombres animada de una igual esperanza de progreso individual y colectivo, un sentimiento de colaboración entre todos.
Sin embargo, la igualdad de los hombres no implica que todos ellos sean iguales, sino que todos los hombres, según Reina Reyes, participan de las mismas calidades humanas, que comparten el destino esencial de todos los seres humanos, que posee por igual el derecho inviolable e inalienable a ser felices y a poseer libertad.
Fuera de la escuela el niño percibe grandes diferencias entre los hombres con respecto a la situación económica, la raza, la religión y la política, pero la escuela le ofrece al niño una vida en común distinta a la que le pueden ofrecer su familia y el medio social del niño, ya que la escuela ubica al niño en situaciones de igualdad con respecto a otros niños, que muchas veces desconoce, lo cual es uno de los pilares fundamentales de la laicidad. En efecto, la escuela laica es un lugar donde no interesan las creencias religiosas, políticas y filosóficas que puedan tener las familias de los niños que concurren a ella, sino lo que enseña la misma es a respetarse mutuamente y por lo tanto prepara a esos niños a una futura vida en comunidad con los demás hombres que se encuentra más allá de cada uno de los dogmas propios.
Sin embargo, la escuela laica no puede ser neutral, lo que quiere decir que esta no puede mantenerse en silencio frente a determinadas temáticas y frente a la realidad existente de la sociedad, ya que la laicidad no es neutra y por esa razón no está mal que la escuela se pronuncie.
Reina Reyes sostiene que “obligatoriamente el educador no puede ser neutral”. Si no que este debe ubicarse con aquellos que propician el cambio, los que creen que los hombres pueden llegar a una humanidad y sociedad mejor.
Por lo tanto el educador debe interesarse y tomar partido por los problemas de su época, debe modificar sus propias ideas en un contacto permanente con su realidad y con los demás hombres, debe tender hacia el interés de todos ellos. Por lo tanto, la laicidad es positiva, es una mentalidad de progreso de los hombres y de la sociedad.
Esta actitud va a crear en el educando una visión de modelo que debe adoptar por su propia cuenta, aunque según Reina Reyes sostiene que no está mal que el docente influya en el pensamiento del alumno, ya que esa actitud va a llevar porque el educando se interese también por mejorar su realidad.
Pero el docente debe ejercer esa influencia en un mismo pie de igualdad y de respeto frente a sus alumnos para saber escuchar y también poder tomar algo de las verdades creadas por cada uno de ellos, lo cual es el espíritu de la laicidad.
Así entendida, la educación tiene la finalidad de formar seres críticos, personas capaces de reflexionar sobre la realidad y actuar sobre ella para transformarla.[15]
Se pretende terminar el presente trabajo con un recorrido que hace Reina Reyes sobre el proceso de laicización en el Uruguay.
Proceso de Laicización en Uruguay:
Dicho proceso de las instituciones públicas en el Uruguay, iniciado en 1861, culminó en el año 1917 al aprobarse una nueva Constitución que estableció la separación de la Iglesia y el Estado.
Las fechas y los acontecimientos que remiten a ese proceso son tomados por la autora de libro de Arturo Ardao sobre “racionalismo y Liberalismo en el Uruguay”:
(se expondrán los que se creen más relevantes)
· 1861 La Iglesia niega sepultura al Dr. Enrique Jacobson por su calidad de masón.
Este episodio origina un decreto por el cual se secularizan los cementerios.
· 1877 Decreto ley de Educación común.
· 1885 Por ley se hace obligatorio el casamiento civil.
· 1906 Laicización de la Asistencia pública y retiro de los crucifijos de los hospitales.
· 1909 Por la ley se suprimen toda enseñanza y práctica religiosa en las escuelas públicas.
· 1917 Se aprueba la Constitución que establece el Estado laico: “Todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay. El Estado no tiene religión alguna”.
· 1919 La ley seculariza los feriados religiosos.
Todos estos hechos, y otros nombrados por la autora, relegan las creencias religiosas al dominio privado, acrecentando la separación de lo público y lo privado de cada hombre, lo cual fue el triunfo de la defensa de la libertad de conciencia religiosa en el Uruguay que se hace efectiva con el Estado laico.
Reina Reyes sostiene que esta separación de lo civil de lo religiosos comenzó a ser agitada por José Pedro Varela en la década de los 60, el cual, según ella, fue el iniciador del proceso de laicización en el Uruguay. Varela jerarquiza la educación intelectual sobre la instrucción y valora para ese fin la formación científica e independiza la formación moral de la enseñanza religiosa.
Varela se adelantó tres cuartos de siglo a la Declaración del Derecho a la educación, buscando la manera de hacer efectiva la misma a través de la obligatoriedad, la gratuidad y la laicidad de la enseñanza.
Pero Varela defiende la escuela laica por dos razones básicas:
· Porque el Estado es una institución política y no religiosa, y por esa razón su escuela debe ser laica.
· Por la situación de los niños cuyos padres pertenecen a una religión que no es la que se enseña en la escuela, y que por lo tanto se encuentren obligados a recibirla que son creencias contrarias a las suyas propias.
Por lo tanto Verela tenía muy en claro los principios de la laicidad, la cual debe ser defendida por el hombre y la educación siempre, ya que la misma es la actitud de respetar al otro que se encuentra en un mismo pie de igualdad que yo pero con creencias diferentes a las mías propias.


Anexos.
CONFERENCIA DE JOMTIEM
En 1990, en Jomtiem (Tailandia ), se adquiere el compromiso, por parte de todos los gobiernos del mundo, de conseguir la alfabetización universal plena para el año 2000.
En 2002, dicho objetivo se aplazó hasta el año 2.015. Actualmente hay pocas perspectivas de que se vaya a cumplir: la inversión en educación está descendiendo alarmantemente y las tasas de escolarización también.
Se calcula que hay 125 millones de niños sin posibilidad de ir a la escuela y otros 150 abandonarán la escuela antes de terminar los cuatro años necesarios para adquirir unos conocimientos básicos y perdurables.
Por primera vez, también, se establecen unos objetivos específicos y prácticos para llevar a cabo la educación para todos. Se establece también un punto de referencia temporal. De esta manera se puede ir midiendo el cumplimiento de los objetivos.
También se reconoce la importancia de la educación para el desarrollo de las personas y los países. Desde ese momento el tema de la educación aparece en todas las declaraciones y agendas, considerándose como elemento clave en la lucha contra la pobreza.
Según la conferencia de Jomtiem, la educación básica de cara a las personas debe perseguir los siguientes objetivos:

· La propia supervivencia.
· Desarrollar plenamente las capacidades de los individuos.
· Vivir y trabajar con dignidad.
· Participar plenamente en el desarrollo propio y de sus comunidades.
· Mejorar su calidad de vida.
· La toma de decisiones fundamentales y la capacidad de seguir aprendiendo.
Los seis objetivos establecidos en Jomtien fueron:
Ampliación del cuidado y el desarrollo del niño en la primera infancia.
Acceso universal a la educación primaria y terminación también universal antes del año 2000.
Reducción a la mitad de los niveles correspondientes a 1.990 en cuanto al analfabetismo adulto, con especial atención a la alfabetización de las mujeres.
Mejora de los resultados del aprendizaje, basada en el logro de unos determinados niveles previamente establecidos.
Expansión de la educación básica y la capacitación para jóvenes y adultos.
Mejora en la difusión del conocimiento, las habilidades y los valores necesarios para un desarrollo sostenido.

Bibliografía:

· Reina Reyes, “El derecho a educar y el derecho a la educación”. Año 1972, Montevideo, Editorial Alfa.

· La FUM en el Parlamento. “LAICIDAD: Opinan los maestros”. Revista “Quehacer Educativo, n° 48, año 2002, páginas 2-4.

· Edgar Morin, “La cabeza bien puesta”. Anexo 1, “El agujero negro de la laicidad”, año 2002, 2° edición, páginas 109-114.

· Laicidad, transcripciones de las intervenciones en el FORO SOBRE LAICIDAD realizado el 19 de marzo de 1987. FUM (TEP). Intervención de Reina Reyes.


Conclusión.

La conclusión a la cual podemos llegar es que el término laicidad es un término muy debatido, sobre el cual no hay una definición inmutable, ya que el mismo es un silogismo y como tal Reina Reyes sostiene que no se puede definir, porque la laicidad es una actitud que se siente y se vive.
La misma tiene pilares fundamentales que corresponden a la libertad de pensamiento y libertad de expresión, los cuales solo tienen lugar en una sociedad democrática y por lo tanto todos los hombres deben luchar para que se respete su derecho a que se escuche su voz, porque la laicidad implica respeto, y no tolerancia, frente al otro.
La función del docente es lograr, a través de sus métodos, crear hombres libres que puedan crear su propia visión del mundo, sin que el docente enseñe solo lo que el cree como única verdad, ya que la verdad le pertenece a todos los hombres.En efecto, la escuela laica y el docente no pueden ser neutral, ya que estos deben tomar partido por algo, deben pronunciarse frente a determinada temática, ya que están ejerciendo una influencia sobre sus alumnos, que está sirviendo como modelo para que este también se interese por las problemáticas de su época y de su entorno social, ya que justamente la laicidad pasa por el compromiso que toma el hombre frente a su comunidad de demás hombres.


[1] G. Burdeau. La democracia. Cita de Reina Reyes “El derecho a educarse y el derecho a la educación”.
[2] Ver en el Apéndice Conferencia de Jomtiem.
[3] Consentimiento.
[4] Constituye el grado máximo de descentralización.
[5] Laicidad, transcripciones de las intervenciones en el FORO SOBRE LAICIDAD realizado el 19 de marzo de 1987. FUM (TEP). Reina Reyes.
[6] La FUM en el Parlamento. “LAICIDAD: Opinan los maestros”. Revista “Quehacer Educativo, n° 48, página 2.
[7] neos, nuevo y logos, discurso. Empleo de palabra nuevas en una lengua.
[8] Edgar Morin, “La cabeza bien puesta”. Anexo 1, “El agujero negro de la laicidad”, página 109-114.
[9] Cita que hace Reina Reyes a E, Fromm. El miedo a la libertad.
[10] Laicidad, transcripciones de las intervenciones en el FORO SOBRE LAICIDAD realizado el 19 de marzo de 1987. FUM (TEP). Reina Reyes.
[11] La FUM en el Parlamento. “LAICIDAD: Opinan los maestros”. Revista “Quehacer Educativo, n° 48, página 3.
[12] Abstracción, considerar aisladamente las cosas unidas entre sí.
[13] La FUM en el Parlamento. “LAICIDAD: Opinan los maestros”. Revista “Quehacer Educativo, n° 48, página 3.

[14] Reina Reyes, “El derecho a educar y el derecho a la educación”. (Parte 2) – Laicidad.
[15] La FUM en el Parlamento. “LAICIDAD: Opinan los maestros”. Revista “Quehacer Educativo, n° 48, página 3.

Realizada por Victoria Sequeira

viernes, 7 de noviembre de 2008

Paulo Freire

INTRODUCCIÓN

El objetivo principal de este trabajo es presentar una visión crítica analítica sobre dos grandes obras del autor brasileño Paulo Freire.
El material seleccionado:” Pedagogía del Oprimido” y “Pedagogía de la Autonomía”, centró nuestro interés por el motivo de encontrar en ellos un contenido muy interesante al abordar la temática educación, temática que no sólo lo analiza sus principales características y funciones, sino que también, refiriéndonos a la primer obra, la vincula con una realidad social basada en la relación opresor-oprimido lo cual hace del material una lectura muy atrapante.
Con respecto a este último punto y otro de los motivos que explica dicha elección, es la importancia que el autor le atribuye a la situación del campesino, propio de la facendas brasileñas, conocido en esta obra bajo el nombre de “oprimido”, donde analiza su condición, pero también destaca en ellos la importancia de la educación como solución liberadora de su opresión.
Por otro lado, en “Pedagogía de la Autonomía” encontramos un texto diferente al de los otros autores, ya que no se limita únicamente a transmitir conocimientos teóricos, sino que también le agrega a sus obras un contenido didáctico-reflexivo sobre las condiciones necesarias para la práctica educativa.
Esto nos resultó de gran interés, ya que además de encontrar en ello la causa de su planteo de la Educación como “praxis”, también nos resultó importante, por ver en ella una pedagogía útil y necesaria para un futuro en el cual seamos docentes, así también como un gran referente y ejemplo, la propia experiencia profesional que el autor comparte con nosotros en su obra.
A continuación, y de la misma manera que Freire sostiene que es importante conocer el contexto, ya sea de nuestros alumnos como también de las diferentes instituciones educativas a la hora de dar clases, es que creemos necesario comenzar nuestro trabajo conociendo algunos de sus datos biográficos, como también las diferentes situaciones y condicionamientos a los cuales se vio enfrentado en el momento de elaborar su teoría.



CONTEXTO HISTÓRICO

Paulo Freire fue un educador brasileño nacido en Recife en 1920 y fallecido en 1997. Su vida transcurrió en el siglo XX, en el ámbito latinoamericano, salvo en los años de su exilio, en los que igualmente estuvo pendiente de su continente y su país.
Nació en una familia de la pequeña burguesía, la cual fue afectada por la crisis de 1929, teniendo que atravesar una situación muy difícil, que marcará a Freire tanto en su vida personal, como en su obra, a pesar de haber logrado salir de la crisis. Pero este no fue el único hecho que influyó en su trabajo, hay que recordar, que luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945, comenzó la Guerra Fría, la cual polarizó el mundo entre comunistas y capitalistas, no sólo a nivel político, sino también en todos los ámbitos de la vida social.
En Latinoamérica, esta guerra se vivió de un modo particular, ya que el socialismo sirvió como un modelo a seguir, en la lucha contra Estados Unidos, y el capitalismo, por su parte, fue visto por otros, como el sistema político que debían imitar los países subdesarrollados para llegar a ser “desarrollados”. Si nos centramos en Brasil, y en la situación de la educación, lo que debemos decir es que, siguiendo la idea de que la alfabetización producía desarrollo, se inició una campaña con ese propósito, ya que los índices eran alarmantes.
Por último, podemos decir que en relación a esta situación que atravesaba el mundo, encontramos otras dos influencias que marcaron definitivamente a Freire. Ellas son, la llamada Teoría de la Liberación y la filosofía marxista. La primera fue un movimiento que cuestionaba el accionar de la Iglesia Católica con respecto a los pobres, y que se vinculó con diversos movimientos guerrilleros; la segunda se hizo muy popular con el socialismo, y de ella Freire tomó las categorías para entender a la sociedad, opresores y oprimidos, de los cuales ya hablaremos con mayor detenimiento. Lo interesante de estas influencias, es que en su momento resultaron contradictorias para las demás personas, ya que en un mundo tan polarizado, resultaba inconcebible unir cristianismo con marxismo, y es por ello que Freire fue tan cuestionado.
REALIDAD SOCIAL PARA FREIRE Y EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN EN ELLA.

Una vez presentado el contexto del autor, es interesante observar como el mismo tuvo una gran importancia en la elaboración de sus obras, principalmente la influencia marxista y la dicotomizada realidad social en la cual se encontraba, lo cual lleva a Freire a entender la sociedad como una verdadera manifestación de contradicción entre dos grandes y opuestos estratos: opresores ( dueños de los medios de producción, según la visión marxista ) y oprimidos (campesinos que se caracterizan por vivir nucleados en un determinado lugar, trabajar en grandes extensiones de tierra y transmitir su labor de generación en generación).
En una sociedad dividida entre dominados y dominadores tanto la pacificación como el orden, constituyen ideales difíciles de alcanzar ya que cada clase responde de acuerdo a sus propios intereses, encontrando así por un lado a los opresores, interesados por la acumulación de capital, logrado mediante la explotación de los oprimidos, con un bajo pago del salario y el alto precio de los productos que venden, y por otro lado los oprimidos, luchando por el cobro de un sueldo que responda coherentemente al trabajo realizado. De esta manera, es indudable que dichas sociedades se regulen mediante una dinámica estructural, basada en la dominación de las conciencia de los oprimidos, utilizando para ello una pedagogía dominante portadora de métodos opresores, que logran de alguna manera que la opresión sea factible, y la liberación de los oprimidos un hecho completamente utópico.
En la esencia de los opresores se encuentran las ansias de lo material, teniendo una concepción materialista de su existencia. Esto los lleva a creer que su objetivo en la vida es la obtención de más y más objetos, puesto que Ser para ellos es Tener, aunque ello tenga como consecuencia el tener menos de los oprimidos. Entre éstos, se encuentra el obrero (oprimido), quien es considerado por el primero como “objeto” (y así es tratado), pero principalmente, quien se termina considerando de esta manera a sí mismo.
Una de las principales formas de “cosificación” que se le aplica al oprimido es el control, observación y vigilancia constante, ya que éstos son “malagradecidos y envidiosos” de su posición y calidad de opresores (además de lo material). De esta manera, el proceso de concientización, del que Freire habla, es considerado por los opresores como un acto subversivo por parte de los oprimidos.
Los oprimidos se ven a si mismos como incapaces e inferiores con respecto de sus opresores, lo cual también se transfiere en el aula, donde se considera al profesor (opresor) como “el que sabe” y a los alumnos como “los que no saben”, colocándolos así en esa situación de inferioridad. Podemos concluir, que los oprimidos tienen interiorizada la situación de opresión e inferioridad que viven y, por lo tanto, se ven así mismos de esta manera
Como podemos ver, el énfasis a lo largo de la obra está centrado en el “oprimido”. Éste, como víctima de la explotación que recibe diariamente por parte de sus opresores, lo llevan a caracterizarse por la posesión de una conciencia ingenua, la cual no le permite darse cuenta de su situación o hasta entender que la misma es justa, por la cual generación tras generación permanece en la misma condición.
Frente a dicha realidad, Paulo Freire intenta encontrar alguna respuesta coherente que de alguna manera determine un fin a dicha situación dominadora. Para ello elabora una interesante pedagogía del oprimido, en la cual plantea a la educación entendida como práctica, praxis de la libertad, como método concientizante a través de la cual el oprimido pueda lograr reflexionar, descubrir y analizar su propio ser.
En dicho proceso, la alfabetización le permitirá derrumbar la barrera impuesta a las posibilidades educacionales del mismo, que los opresores imponían para hacer posible la dominación, y poder así comenzar a formar en ellos esa “misteriosa y contradictoria capacidad que el hombre tiene de distanciarse de las cosas para hacerlas presentes”[1] llamada conciencia, la cual los llevará a decodificar su realidad, analizar su posición social y reconstituir su situación.
De esta manera, a medida que el oprimido va adquiriendo educación, comienza a reflexionar por su propia parte y a objetivizar el mundo desde su propia perspectiva, lo cual le permite no solo reencontrarse en sí mismo sino también en sus compañeros, quienes viven su misma situación. Esto hace que todos comiencen a asumir su condición humana, pensando el mundo distintamente a como se lo mostraban sus opresores y tomando conciencia de su posición en la realidad, realidad que intentarán, a partir de la educación recibida, recrear y transformar, no solo para lograr la libertad, sino también para terminar con la problemática opresor- oprimido, reconstruyéndose como sujeto protagonista de todo proceso histórico y transformando su conciencia ingenua en conciencia crítica.
Gracias a lo expuesto anteriormente, donde el oprimido se convierte en su propio problema y a su vez se historiza para encontrarse como sujeto libre, lo obliga al mismo tiempo, a atravesar por un proceso de humanización. Es decir, comienza a darse cuenta de lo poco que saben de sí, entrando en una verdadera incertidumbre, que los lleva a indagar y cuestionarse permanentemente sobre su ser, al cual definen como ser inacabado, incompleto. Esto, por otro lado, los lleva a asumir su propia realidad histórica y observar en ello la violencia y dominación constante que reciben de los opresores, que tiene como efecto el convertirlos en un ser menor que los conduce a una opresión radical, a la cual con el tiempo dichos oprimidos responderán con la lucha.
Como respuesta a ello, el autor sostiene que la educación lleva a éstos a tener la necesidad de hacer algo, de constituirse como algo distinto en cada momento, de transformar ese ser menos en un ser más que les permita así, ir en busca de su liberación. Pero, según el autor, como consecuencia de la inmersión del oprimido en una realidad opresora, de la experiencia de vivir siempre en una sociedad dual, donde se encuentran sumergidos en una contradicción de opresor-oprimido tienden a confundir, en un primer momento, la búsqueda de su liberación y de su ser más, en una identificación con la persona de su opresor, ocurriendo de esta manera lo que Freire denomina “adherencia al opresor”. Es decir, para ellos el constituirse como hombre nuevo es el parecerse con el opresor, encontrando en él el testimonio de hombre. Por lo cual, buscan actuar de la misma manera que ellos y poseer una forma de vida similar, aunque ello implique trabajar más horas, para tener el dinero necesario que les permita comprar todo aquello que “necesitan”, y así poder integrar esa cultura dominante (influyendo de manera importante, en este aspecto, la publicidad, que lleva a las personas a hacer lo posible para poseer lo que ella propone). Esto hace que su búsqueda de ser hombre, se transforme en ser opresores y actúen de manera igualitaria ya sea con sus trabajadores como tambien, trasladado al hogar, con sus familiares.
Como consecuencia, sucede que el proceso de humanización que habían alcanzado con la búsqueda de un ser más, hace que se invierta, y que por lo tanto caigan en una verdadera deshumanización, al aspirar los ideales del opresor. Por lo tanto, es necesario que los oprimidos terminen de vivir en esa dualidad en cual el ser más es ser opresor ya que como dice el autor,” no les posibilita la conciencia de sí como persona, ni su conciencia como clase oprimida”[2].
La verdadera búsqueda del ser más, es aquella que le permite entregarse a la praxis liberadora, reflexionando sobre sí mismo, y sobre su mundo, el cual lo determina como un ser que actúa, que participa de su construcción, modificándolo con sus decisiones pero al mismo tiempo, decidiendo y buscando un ser más de acuerdo a los condicionamientos sociales e históricos que dicho mundo le impone. Esto lo transforma en un ser completamente ético, que actúa libre en la sociedad en que vive, de acuerdo a los condicionamientos, lo cual lo lleva a tomar decisiones que muchas veces pueden ser correctas u otras muchas erróneas, haciendo que constantemente se encuentre en el vaivén de humanización y deshumanización. Pero importante es, como plantea Freire, que malos o buenos, siempre nos hagamos responsables de los cambios y decisiones y actuemos como seres concientes y responsables sobre ellos.
Al margen de lo dicho, esa búsqueda constante de la libertad, lograda gracias al método de conscientización, lleva por otro lado, y como consecuencia de ser víctimas de explotación por tanto tiempo, a poseer un sentimiento de miedo hacia la libertad. Miedo que no sólo se instaura en los oprimidos, sino también, de manera diferente, en los opresores.
En cuanto a los primeros, éstos temen a la libertad por el motivo de no sentirse capaces de asumirla, pues el hecho de poseerla exigiría de ellos una constante responsabilidad y autonomía que nunca antes habían ejercido, ya que como sujetos dominados, dicha función era ejercida por sus opresores. Por otro lado, los opresores temen a la libertad por el motivo de ver en ella el fin de su dominación. Esto lleva a que los oprimidos prefieran la adaptación a la opresión y a la falta de libertad, pero siendo concientes de que ello no les permite ser auténticamente. En conclusión y como expresa Freire en su obra: “Quieren ser, más temen ser”[3].
Para ello es necesario que los oprimidos tomen conciencia crítica de su situación, pero no para reconocer solamente los límites de su opresión y la posibilidad de transformarla, sino entregarse completamente a la praxis liberadora para que junto con dicha conscientización, sean capaces de comenzar una auténtica y permanente lucha por la libertad, aunque ello implique un duro y doloroso cambio. Sólo de dicha manera serán capaces de reconocerse como oprimidos, instaurando una situación diferente que los conduzca a la realización del ser más, donde no exista contradicción entre opresor-oprimido.
Por otro lado, el proceso de conscientización del oprimido, se encuentra perjudicado en gran medida por su inmersión en la realidad opresora en la que vive, donde los dominantes oprimen, explotan y violentan en razón de su poder muchas veces a través de una falsa generosidad, donde dando una imagen bondadosa, y caritativa, que se ve muchas veces reflejada en el aumento de sueldo, cambio de trabajo, donaciones, entre otras, esconden sus principales intereses logrando a través de ello obtener grandes ganancias.
Dicha situación de opresión, al mismo tiempo engendra violencia, ya que el oprimido al encontrarse sumiso a sus dominantes, y sintiéndose incapaz de lograr alcanzar el ser más, hace que no pueda manifestarse libremente y vaya guardando todo esa opresión y sentimiento de impotencia, que en algún momento debe manifestarla, lo cual lo realiza muchas veces dentro de sus hogares con actitudes violentas a sus familiares.
Esta violencia a su vez pasa de generación en generación y se va haciendo heredera de ella formándose como un clima general que crea en el opresor una conciencia fuertemente posesiva hacia el mundo y los hombres. Esta realidad, , se presenta conflictiva para los oprimidos quienes deberán encontrarle una salida satisfactoria para lograr así su liberación, la cual sólo es posible a través de la praxis educativa, es decir, a través de la reflexión y acción de los hombres sobre el mundo para transformarlo superando la contradicción opresor-oprimido y asimismo implantar una solidaridad real en la cual el opresor se solidarice con el oprimido no a través de un gesto ingenuo de carácter individualista sino sincero y amoroso.
Para lograr ello, es importante que los opresores también atraviesen por un proceso de conscientización pero no reconociendo que explota y asumiendo su culpa tristemente, sino solidarizándose con el oprimido a través de un acto de amor con aquellos.
En conclusión, podríamos decir, que la “Pedagogía del Oprimido” es una pedagogía humanista y liberadora, que implica la conscientización y con ello el fin de una sociedad dual y desigual, actuando como una pedagogía para hombre. Su función principal, es la de ayudar al oprimido a conscientizarse de su calidad de ser humano y no de objeto o cosa, capaz de pensar y de realizar la las mismas cosas que su opresor. Deben reconocerse como hombres y valorizarse a si mismos como ello para luego recorrer ese camino del “ser más”. El trabajo del pedagogo, se conduce por el lado de la reflexión, impartida a través del diálogo de igual a igual, que luego llevará a la práctica de la liberación (la revolución).
Para lograr dicha liberación, se debe estar totalmente convencido de su condición de sujeto, hombre, y no de objeto o cosa. Sin esto, la acción es inútil. De esta manera, la conscientización se convierte en un paso indispensable y a priori de esa “liberación” tan anhelada por los oprimidos.
Por lo tanto, el trabajo pedagógico se define por el conocimiento de la realidad, al cual se llega a través de la reflexión y luego acción en conjunto (educando y educador).


ANÁLISIS DE LA EDUCACIÓN

EDUCACIÓN BANCARIA – PROBLEMATIZADORA

Como hemos visto a lo largo de nuestro trabajo, la educación para Freire es el único medio por el cual el hombre puede lograr el cambio social, es decir, el mecanismo a través del cual se puede superar la contradicción opresor-oprimido, liberando al hombre de la dominación de la que es parte, iniciando un camino de humanización, hacia Ser más.
Al estar el sistema educativo controlado, regulado y establecido por la clase dominante, la educación que se imparte allí es sólo una reproducción de los ideales de estos opresores, por lo que lo único que se obtiene como resultado es un afianzamiento de la dominación de la conciencia, la cual podemos decir, es el objetivo de esta educación para Freire. Con esto no quiere decir que todos los profesores ejerzan su profesión con dicho propósito siempre presente, o que lo hagan concientemente, de hecho, muchísimos docentes creen estar ayudando a sus alumnos al hacerlos parte de tal educación, pero esto sucede ya que ellos mismos se encuentran oprimidos, y recibieron ese modo de enseñanza. Por lo tanto, aunque el profesor sólo posea buenas intenciones, lo único que está logrando, es cerrarles aun más las posibilidades a sus alumnos de liberarse. “La práctica de la libertad sólo encontrará adecuada expresión en una pedagogía en que el oprimido tenga condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujeto de su propio destino histórico”[4]
Con este planteamiento, puede surgir la interrogante ¿Cómo se llega, en la práctica, a dominar la conciencia?, para la cual este educador encuentra la respuesta analizando la educación de su época, a la cual llama “Educación Bancaria”.
Para Freire la relación que existe entre el educador y el educando es de carácter narrativa o discursiva, ya que esta educación consiste justamente en narrar, encontrándose de un lado el docente, como sujeto activo que narra, y en el otro los educandos, como objetos pasivos que oyen. En este discurso se habla sobre la realidad, pero no como parte de la experiencia de cada individuo, sino como algo estático, inmodificable, lo cual responde justamente a los intereses de los opresores.
De este modo, el educador se presenta como un sujeto que tiene como único objetivo “llenar a los educandos con contenidos de su narración”[5], y su palabra se transforma en vacía y alienante, predominando más su sonoridad que su significado. Ya no interesa lo que realmente se quiere decir, sólo importa memorizar los conceptos y “llenar” de datos inconexos nuestra mente. Unido a esto podemos decir que, según esta concepción de la educación, el conocimiento, la sabiduría, sería producto de una “donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes”[6], generalizando la ignorancia y, como dice Freire alienándola, es decir, ubicándola siempre en el otro. Esto para Freire es negar la educación.
Para este pedagogo la educación bancaria posee el objetivo de lograr la aceptación del sistema en que se vive, es decir, pretende que los oprimidos se sientan conformes con su condición y no cuestionen su situación, manteniendo la ya mencionada falsa generosidad. Lo que desean los opresores “es transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime”,[7] para de este modo incorporarse a la sociedad y dejar de ser una de las tantas patologías del sistema social.
Obviamente, para este educador, esta idea es totalmente errónea, los hombres no deben integrarse, ya que siempre fueron parte de la sociedad, es más, son el soporte por el cual se sostiene la estructura del sistema. Lo que deben hacer es tratar de trasformarla, logrando así liberarse de la cruel opresión en que se encuentran; pero como este no puede ser un objetivo de los opresores, es que Freire propone la creación de una nueva educación orientada hacia una praxis liberadora en que el hombre se humanice. A su vez, él está convencido de que como es en el propio hombre que se encuentran las contradicciones que lo dominan, los oprimidos pueden darse cuenta por si solos de las mismas, tratando de superarlas, rebelándose. Pero un buen educador, que posea fines humanistas, no debe esperar a que esto suceda, sino que debe emprender su misión hacia la liberación, no sólo del oprimido, sino también del opresor, ya que esta nueva pedagogía posee como cualidad el no ser egoísta ni unilateral, ya que si sólo pretendiera la liberación del oprimido, el fin sería convertirse en opresor.
Por otra parte, esta clase de educación separa al hombre del mundo y de su conciencia, ésta sería una parte de su cuerpo que posee la función de recibir, como un recipiente, a ese mundo externo por partes, pero en ningún momento se plantea una verdadera interacción con dicho mundo. Por lo tanto el hombre recibiría al mundo, pero nunca le aportaría algo significativo. Es más, si pensamos en los educadores, éstos tendrían como función el “disciplinar la entrada del mundo en la conciencia”[8]. (Se relaciona a lo que John Dewey denomina educación intencional o sistemática”)
Para Freire, esta concepción bancaria de la educación posee, como objetivo, dificultar lo más posible el pensamiento auténtico, ya que los opresores pretenden anular la facultad crítica del hombre, evitar que se cuestione y preocupe por lo que sucede en el mundo, por lo que le sucede a él y a sus pares, por lo que es justo o injusto, y que en cambio se adapte al mundo en que vive, con sus fatalidades e injusticias, no las detecte, e incluso las acepte como válidas. A nuestro parecer, esto está muy presente hoy en día, ya que por ejemplo, si uno pregunta a cualquier persona a la que se pueda considerar oprimida, que desea para un futuro, es muy probable que responda tener mucho dinero, comprar una casa, un auto, y demás, obteniéndolo por el fruto de su trabajo. Esto implica ser igual al que lo está oprimiendo, al jefe de su empresa, por lo que implícitamente está deseando también tener personas bajo su mando, a las que oprima. Esta persona, por pensar así, no es mala ni tiene deseos perversos hacia los demás, simplemente fue educada en una sociedad consumista en la que se valora al que más tiene, y por lo tanto, a menos que alguien “abra su cabeza” o ejerza en él una educación liberadora, es muy difícil que deje de pensar así y se de cuenta que tener dinero no debe ser un fin en la vida de la personas.
Esto se relaciona con la concepción de Erich Fromm de la “necrofilia”, según la cual el hombre necrófilo ama lo inorgánico, sin vida, transformando los sentimientos en cosas, y valorando el tener antes que el ser. Un opresor es claramente un necrófilo, y por lo tanto la educación bancaria también lo es, y lo vemos claramente al transformar a los educandos en recipientes. A su vez, esta clase de educador, al controlar tanto el accionar y el pensamiento del hombre, lo que en realidad está haciendo es “inhibir el poder de creación y de acción”[9] del hombre, frustrándolo y provocándole sufrimiento, y según Fromm al cual cita Freire, para sentirse mejor el hombre se somete a otros, identificándose con ellos, y sintiendo que actúa a través de la participación simbólica en la vida de esa otra persona.
Por lo tanto, lo que Freire nos quiere decir es que no podemos utilizar esta educación que hemos venido criticando, como instrumento de liberación. “La liberación auténtica, que es la humanización en proceso, no es una cosa que se deposita en los hombres, es praxis[10], que implica la acción y reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo.”[11]
Ahora bien, como es lógico, Freire plantea que si queremos practicar una nueva pedagogía que libere a los hombres de su opresión, no podemos continuar con algunas concepciones o prácticas que son pilares de la educación bancaria. Por ejemplo, hay que abandonar la idea de que los hombres son recipientes que hay que llenar, que la conciencia es una parte especial del hombre, la dicotomía hombre-mundo, que el profesor es el dueño del saber y el alumno el ignorante que debe recibir pasivamente el conocimiento que su “superior” juzga como válido, así como también dejar a un lado los comunicados para pasar al universo del diálogo.
Esta nueva educación que propone Freire, es denominada por el mismo como Educación Problematizadora o Liberadora, y se basa precisamente en el diálogo como instrumento de liberación. Para que este sea posible, es necesario superar la contradicción educador-educandos, es decir, a partir de aquí ya no va a haber un educador de educandos, ni educandos de un educador, sino que ambos polos van a ser educadores y educandos. Por lo tanto, Freire propone la idea de que la educación es recíproca; el docente ya no es el dueño del saber, solamente se reconoce que ha iniciado el camino de la educación mucho antes y por lo tanto, va a tener un lugar superior en el diálogo, pero eso no significa que su alumnos sean ignorantes o que no puedan aportar nada a clase, todo lo contrario, ahora se los escucha y se aprende también de ellos.
De este modo, la autoridad va a ser ejercida con la libertad, y no en contra de ella, así como la educación va a ser practicada en conjunto, no sólo entre los hombres, sino también con el mundo, ya que con esta nueva concepción se va a reconocer la interacción del hombre con el mundo, y a éste como “cuerpo consciente”, es decir, como un cuerpo que posee una conciencia que está intencionada hacia el mundo, dejando de ser vista como un depósito.
Por otra parte, Freire propone la idea de que la educación liberadora es un acto cognoscente, a diferencia de la bancaria que era el acto de depositar. En esta última modalidad de educación, el profesor pasaría de ser “sujeto cognoscente”, cuando prepara su clase, a “sujeto narrador”, cuando dicta la clase. En cambio, en esta nueva concepción, el docente es siempre “sujeto cognoscente”, ya que se reconoce que existe aprendizaje en el diálogo con sus alumnos.
Por su parte, los educandos, que en su momento fueron receptores pasivos de los contenidos que les transmitían sus educadores, ahora se transforman en investigadores críticos (utilizando palabras de Freire), al comunicarse con su docente, el cual también es un investigador crítico.
Por lo tanto, esta nueva educación, a diferencia de la bancaria que buscaba un adormecimiento, lo que busca es que a través de la praxis el hombre vaya descubriendo constantemente la verdadera realidad. De este modo el hombre se sentirá cada vez más desafiado a actuar en respuesta a esos descubrimientos que va haciendo, los cuales, en algún momento fueron tratados como objetividad, pero hoy son percibidos, destacados y vistos como problema.
Por otra parte, esta educación se esfuerza constantemente por que los hombres vayan percibiendo, críticamente, cómo están siendo en el mundo en que y con qué están, siendo según cómo se perciben en el mundo, que se va determinar gran parte de su forma de actuar. Volviendo a insistir con la práctica bancaria, podemos decir que esta mitifica la realidad para esconder cómo el hombre está siendo con el mundo, mientras que la problematizadora lo que hace es desmitificar.
Es importante decir que esta nueva práctica parte del carácter histórico de los hombres, y es por esto que los reconoce como seres inacabados que “están siendo”, en y con una realidad que también es histórica e inacabada. De esto se deriva que la educación sea un quehacer permanente, es decir, como el hombre necesita completarse, y lo hace continuamente, encuentra en la educación el medio más adecuado para lograr ser más, ya que está no le ofrece ninguna traba para desarrollarse y crecer, todo lo contrario, lo incentiva y apoya. “De esta manera, la educación se rehace constantemente en la praxis. Para ser, tiene que estar siendo”.[12]
Otro punto importante en esta nueva educación, es el hecho de que al no aceptar el presente, tampoco acepta un futuro preestablecido, no teniendo una meta segura a la cual llegar, lo cual la hace revolucionaria y esperanzadora. Por su parte, los hombres se transforman en “proyectos”, ya que se encuentran inconclusos, y buscarán completarse a lo largo de su vida en un continuo movimiento, y, como hermosamente nos dice Freire, cuando miren hacia atrás, no lo harán con nostalgia de volver a cómo eran antes, sino que lo harán felices de ver cómo han mejorado.
Por otra parte, nos parece importante decir, que este movimiento de búsqueda hacia ser más, es la vocación histórica del hombre y debe hacerse en conjunto, ya que el individualismo conduce al egoísta “tener más”; es premisa básica decir que nadie puede ser auténticamente, prohibiendo que los otros sean, y es por eso que es imposible que se pueda ser más, dentro de la contradicción opresor-oprimido.
Por lo tanto, lo que pretende Freire con esta nueva práctica educativa, es que el hombre, al ser incentivado en el ámbito educativo a pensar y reflexionar críticamente, lo traslade a la cotidianidad de su vida, y comience a cuestionarse sobre su persona, su relación con el mundo y sus pares, su situación socio-política, así como la económica, y se vaya dando cuenta de cuantas injusticias, que antes no detectaba, ahora aparecen claramente ante sus ojos, como verdades rebeladas, las cuales debe resolver. Esta, para Freire, es la única solución a la explotación, a la cruel opresión que vive el hombre diariamente, y a la superación de la falsa conciencia del mundo, para así poder liberarse, y conocer la verdadera felicidad de vivir en libertad.

Una vez planteada la visión de Freire sobre la educación como praxis liberadora de la contradicción opresor – oprimido, es interesante encontrar en ella varias bases que plantea en su otra obra denominada “Pedagogía de la Autonomía”, en la cual, a través de una ética pedagógica, expresada a través de un lenguaje completamente didáctico, plantea varios puntos a tener en cuenta en esta “especificidad humana” que constituye la enseñanza.

¿QUÉ IMPLICA ENSEÑAR SEGÚN PAULO FREIRE?
Enseñar constituye una especificidad humana que exige varios requisitos y condiciones indispensables, ya que no sólo tiene como función la transmisión de conocimientos teóricos, sino que implica también el aprendizaje de nuevos y distintos valores, ideales, así también como referentes de vida, los cuales son aprendidos a través de la personalidad del docente y principalmente de la didáctica y pedagogía utilizada dentro del aula.
Para que el cumplimiento de dicha tarea sea efectivo, es necesario que el profesor realice su trabajo con un responsable y exigente compromiso, no sólo consigo mismo, cuidando de su competencia profesional, esforzándose día a día por aprender más sobre su materia y su capacidad de enseñar, sino también para con sus alumnos, logrando demostrar en ellos una persona auténtica, segura de sí misma y de su trabajo, digna de respeto y respetuosa, generosa y sobre todo humana.
Lo mismo, determina dentro de la clase un ambiente didácticamente bueno, ya que los alumnos poseerán una buena imagen de su docente, aspecto importante, ya que el pensamiento que ellos presentan de la autoridad le permite al docente cumplir su tarea como tal. Para ello, también es importante la actitud de éste en la clase, para lo cual Freire indica la importancia que tiene el constituir una autoridad democrática, que sea capáz de demostrarse tanto como docente, pero también como persona portadora de una manera de ser propia y de pensar políticamente, seria con su trabajo, coherente e integrante de una sociedad injusta dividida entre dominados y dominadores y en un mundo de injusticias de hambre, guerras y fracasos de lucha.
La libertad, por lo tanto, es un factor muy importante a la hora de enseñar. El alumno, debe ser educado en un clima de libertad ya que como en su hogar, debe tener capacidad de decidir acerca de su futura profesión, de la misma manera en el aula debe tener la libertad de ser.
Esto tampoco significa que los adolescentes tendrán la posibilidad de hacer las cosas a su antojo, puesto que esa libertad, de la cual deben disfrutar, tiene sus límites. De esta manera se debe distinguir entre libertad y libertinaje. Sin llegar a los extremos, la autoridad en el aula es necesaria como forma de colocar esos “límites” que estas libertades poseen, para que el salón de clase no se convierta en un caos.
Un verdadero docente es entonces, de acuerdo a la visión del autor, aquel que sin confundir su autoridad con autoritarismo enseña los contenidos que ha estudiado y aún continua estudiando, pero fundamentalmente aquel quien entiende que enseñar permite al alumno apoderarse de una libertad propia, que sin confundirla con libertinaje le permite actuar en la realidad analizándola, criticándola permanente y luchando por su transformación. Una libertad que les permita adquirir una autonomía que sustituya a la dependencia que hasta ahora poseían.
Las decisiones políticas propias de cada individuo, también inciden dentro del aula. No podemos pensar en ser neutrales totalmente frente a una clase. Uno de los objetivos de los docentes, además de impartir su materia, es la de transmitir una forma de ver el mundo y tal vez de cambiarlo.
Frente a la vida, al mundo y como personas, los docentes eligen una forma política que los acompañe en su “lucha” por cambiar el mundo, al igual que lo haría cualquier persona. Freire estimula a los docentes a no ocultar su forma de pensar, que la neutralidad frente a una clase, sería como si escondiéramos nuestros pensamientos, habla de “lavarse las manos frente a la opresión es reforzar el poder del opresor” en caso de injusticia.
La Educación no puede ser vista sólo como la transmisión de ideología (y menos si es únicamente la dominante), sino que es vista como una “forma de cambios sociales”. Por lo tanto un docente coherente, deberá manifestar sus valores y conceptos que atribuyen a ese cambio social.
Un docente entonces, entiende que la educación es fundamental para que todo alumno pueda intervenir en el mundo, mostrándole la realidad dominante a la cual debe reproducir a la hora de enseñar los contenidos teóricos, pero desenmascarándola y mostrándole en ello, sus defectos, dominaciones e injusticias.
“Escuchar” es otro factor muy importante en el acto de educar. Para aprender a “Hablar” el docente tiene que primero aprender a “Escuchar”; esto significa que el proceso de enseñanza no significa el mero discurso por parte del docente, una transmisión de conocimientos que éstos asumen como únicos verdaderos, y que por lo tanto el alumno lo único que debe hacer es recibir esa información de manera pasiva.
Lo primero que se debe establecer en la conciencia del docente es que, en primer lugar lo que él tiene para transmitir no es una verdad absoluta y por lo tanto está sujeto a críticas. En segundo lugar, que sus alumnos no son objeto de transmisión de conocimiento (como se plantea en la educación bancaria), sino que son sujetos a quienes se les debe enseñar a ser críticos. Esto significa que el alumno aprenda a indagar, curiosear, acerca de lo que el docente le transmite.
La misión del docente es formar sujetos críticos, y así, debe aprender a escuchar a sus alumnos, tanto por sus dudas como por sus opiniones. La enseñanza no puede ser vista como la mera transmisión de conocimientos, sino como un DIÁLOGO entre el docente y el alumno ( tal como plantea la educación problematizadora).
No podemos considerar al alumno como un ser inferior, puesto que se nos es imposible escuchar y comprender al otro si lo consideramos así. No se puede escuchar y respetar a quien sentimos es inferior (por ser niño, mujer, blanco, negro o por su posición política diferente a la nuestra). Se debe pensar en el otro como un igual y así escucharlo con respeto cuando éste necesite hablar, o en otro caso cuando el docente mismo estimule para que lo haga. Otra función, de este modo, que el docente tiene para con sus alumnos, es la de estimular a sus alumnos al diálogo, a defender su punto de vista, a opinar frente a la opinión del docente o del autor que éste cita.
Un buen docente es, por lo tanto, aquel quien comprende los silencios, orales y retiradas de clase de sus alumnos, quien revela su capacidad de analizar, comprender, evaluar y hacer justicia, para que sea practicado por ellos en su vida. Aquel quien hace del aula un espacio pedagógico ético y formador, y de la relación profesor- alumnos un vínculo educativo de solidaridad, justicia, respeto y responsabilidad
Por otra parte, todo profesor debe conocer el poder y la fuerza que posee la ideología neoliberal que poseen los opresores y domina tanto los medios de comunicación, como muchos otros ámbitos de la vida social, ya que esta ideología encubre la realidad y oculta la verdad, haciéndola ver de otra forma, convirtiéndonos, como dice Freire, en “miopes”. El docente debe estar siempre alerta ante ella, ya que es quien que debe advertir a los educandos de la misma. Cree que hay que estar atento a los discursos ideológicos, y resistirse a ellos, proponiendo, por ejemplo estar siempre abierto a los demás, pero alerta de no terminar aceptando ideas como certezas absolutas. Por lo tanto hay que “exponerse a las diferencias y rechazar posiciones dogmáticas.”[13] Esta, para este autor, es la actitud correcta, una actitud de disponibilidad hacia los demás.
Freire, en sus obras, deja explícito su convencimiento de que los hombres del mundo renovarán su malestar hacia la dictadura del mercado y reanudaran su lucha más intensamente, uniéndose y rebelándose contra la negación del ser humano frente a la cruel ética del mercado. Tal rebelión, para triunfar debe basarse en una nueva ética, la del ser humano, ya que “la libertad del comercio no puede estar por encima de la libertad del ser humano”.[14] Es conciente, además, de la dificultad de aplicar una política que privilegie al hombre antes que al lucro, pero insiste en que si se quiere superar la crítica situación existente, sólo se puede seguir el camino de la ética.
Freire plantea que todo docente, al abordar una temática lo debe hacer con total seguridad, lo cual no quiere decir, que crea que lo sabe todo, sino que debe apoyar su seguridad en admitir que ignora muchas cosas pero está dispuesto a aprenderlas, lo cual no debe ser motivo de vergüenza alguna. Justamente, reconocer la ignorancia es lo que posibilita la apertura hacia el otro. A su vez, esta apertura se produce por el reconocimiento del hombre como ser inacabado, ya que en el diálogo con los demás, encuentra un camino hacia la completitud. Y así como el hombre debe abrirse al mundo, el docente también debe estar abierto a sus educandos, a su contexto socio-económico, conocer de donde vienen, cómo son sus familias, y demás, ya que sólo así se puede llevar a cabo una correcta educación de los alumnos.
Por otra parte, hay que decir que, para disminuir la distancia entre educador y educando hay que, en primer lugar, dejar en los educandos totalmente claro de que no existe ninguna justificación para que los hombres sean explotados por otros hombres. Esto es lo que Freire llama, “saber fundador”, pero no es suficiente, hay que agregarle otros saberes complementarios sobre la realidad, para eliminar la falsa ideología, como por ejemplo, advertir y estar alertas de los peligros que posee la televisión, como medio transmisor de mensajes de contenido opresor.
Otro aspecto importante, es que todo decente debe estar abierto a querer a sus educandos. Es decir, el docente no debe sentir miedo de expresar afectividad o alegría ante sus alumnos, ya que es errónea la idea de que cuanto más severo sea un docente, mejor está haciendo su trabajo. Todo lo contrario, debe mostrarse alegre, ya que educar produce alegría, el proceso de búsqueda del conocimiento que inician tanto los educandos como el educador deben ser tan gratificantes, como si hallarán el conocimiento, ya que es en esa búsqueda en que el hombre se va completando.
Por otra parte, y ya para finalizar, no estaría de más recordar que Freire cree que un educador progresista trabaja con un personas y por lo tanto, su pedagogía debe ser humanitaria y con una responsabilidad ética superior. Por más importante que sea lo concerniente al tema que preparó el docente para su clase, no puede desatender los problemas personales de cada alumno, debe ayudarlo desde de sus posibilidades, pero nunca descuidarlo.
En síntesis, por ser la educación una práctica humana, no se la puede abordar fríamente, sin sentimiento, sino que se debe poner en ella todo lo que uno tiene a su alcance, y en definitiva, lograr delinear el camino hacia Ser más.



REFLEXIÓN FINAL
Una vez realizada nuestra exposición, sobre las obras del autor Paulo Freire, creemos importante introducir en este trabajo una reflexión final acerca de lo que las mismas nos dejaron en el momento de estudiarlas.
En primer lugar, el hecho de haber analizado “Pedagogía del Oprimido”, nos permitió obsevar la realidad educativa desde una perpectiva diferente a la que estamos acostumbradas, viendo en ella no sólo la postura crítica del autor, sino también el carácter humanista, coherente y esperanzador de Paulo Freire. A su vez, al ser tan comprometida su obra con el oprimido y tan enfática en su liberación, nos brinda no sólo una visión de la realidad contradictoria en la que vivió y en la que seguimos viviendo, sino que también, a través de su obra, nos inspira un deseo de lucha para superar dicha contradicción.
Por otra parte, su análisis de la educación nos permite comprender una nueva práctica educativa, la cual nos resultó interesante por su preocupación por la participación del educando en ella, la importancia que le da al diálogo, por entender la reciprocidad de la enseñanza, la cual le da la oportunidad al hombre de redescubrirse, mientras asume reflexivamente el propio proceso en que el se va descubriendo, manifestando y configurando.
En lo que respecta a “Pedagogía de la Autonomía”, dicha obra centró nuestro interés, por el motivo de que encontramos en ella un verdadero “manual”, útil para consultar a la hora de dar clases. Junto a ello, nos gustaría agregar, que su lectura dejó en nosotras una imagen del docente, la cual consideramos ideal, y cómo modelo a seguir en nuestro futuro como docentes.
Por último, sólo nos queda agregar que, estudiar a Paulo Freire fue una experiencia muy gratificante, y serápara nosotras, de aquí en más, un material didáctico pedagógico, que siempre tomaremos en cuenta.




BIBLIOGRAFÍA

· Freire, Paulo: “Pedagogía del Oprimido”. Prólogo, capítulos I y II. Editorial Tierra Nueva. Segunda Edición, 1970.

· Freire Paulo: “Pedagogía de la Autonomía”. Editorial Siglo Veintiuno.
[1] Fiori, Ernani María. “Pedagogía del Oprimido”, Prólogo, pág 5.
[2] Freire, Paulo “Pedagogía del Oprimido” . Cap I, pág 15.
[3] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap I, pág 16.
[4]Ernani María Fiori. Prólogo de “Pedagogía del Oprimido”. Pág. 1.
[5] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 35
[6] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 36
[7] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 38. Cita de Simone de Beauvoir, “El pensamiento político de la derecha”.
[8] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 40
[9] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 42
[10] “La teoría sin práctica es palabrería, y la práctica sin teoría es activismo loco”
[11] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 44
[12] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 49
[13] Freire, Paulo. Pedagogía de la Autonomía. Siglo Veintiuno. Pág. 128.
[14] Freire, Paulo. Pedagogía de la Autonomía. Siglo Veintiuno. Pág. 124.

Realizado por Alicia, Karina, Eliana.