viernes, 7 de noviembre de 2008

Paulo Freire

INTRODUCCIÓN

El objetivo principal de este trabajo es presentar una visión crítica analítica sobre dos grandes obras del autor brasileño Paulo Freire.
El material seleccionado:” Pedagogía del Oprimido” y “Pedagogía de la Autonomía”, centró nuestro interés por el motivo de encontrar en ellos un contenido muy interesante al abordar la temática educación, temática que no sólo lo analiza sus principales características y funciones, sino que también, refiriéndonos a la primer obra, la vincula con una realidad social basada en la relación opresor-oprimido lo cual hace del material una lectura muy atrapante.
Con respecto a este último punto y otro de los motivos que explica dicha elección, es la importancia que el autor le atribuye a la situación del campesino, propio de la facendas brasileñas, conocido en esta obra bajo el nombre de “oprimido”, donde analiza su condición, pero también destaca en ellos la importancia de la educación como solución liberadora de su opresión.
Por otro lado, en “Pedagogía de la Autonomía” encontramos un texto diferente al de los otros autores, ya que no se limita únicamente a transmitir conocimientos teóricos, sino que también le agrega a sus obras un contenido didáctico-reflexivo sobre las condiciones necesarias para la práctica educativa.
Esto nos resultó de gran interés, ya que además de encontrar en ello la causa de su planteo de la Educación como “praxis”, también nos resultó importante, por ver en ella una pedagogía útil y necesaria para un futuro en el cual seamos docentes, así también como un gran referente y ejemplo, la propia experiencia profesional que el autor comparte con nosotros en su obra.
A continuación, y de la misma manera que Freire sostiene que es importante conocer el contexto, ya sea de nuestros alumnos como también de las diferentes instituciones educativas a la hora de dar clases, es que creemos necesario comenzar nuestro trabajo conociendo algunos de sus datos biográficos, como también las diferentes situaciones y condicionamientos a los cuales se vio enfrentado en el momento de elaborar su teoría.



CONTEXTO HISTÓRICO

Paulo Freire fue un educador brasileño nacido en Recife en 1920 y fallecido en 1997. Su vida transcurrió en el siglo XX, en el ámbito latinoamericano, salvo en los años de su exilio, en los que igualmente estuvo pendiente de su continente y su país.
Nació en una familia de la pequeña burguesía, la cual fue afectada por la crisis de 1929, teniendo que atravesar una situación muy difícil, que marcará a Freire tanto en su vida personal, como en su obra, a pesar de haber logrado salir de la crisis. Pero este no fue el único hecho que influyó en su trabajo, hay que recordar, que luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial en 1945, comenzó la Guerra Fría, la cual polarizó el mundo entre comunistas y capitalistas, no sólo a nivel político, sino también en todos los ámbitos de la vida social.
En Latinoamérica, esta guerra se vivió de un modo particular, ya que el socialismo sirvió como un modelo a seguir, en la lucha contra Estados Unidos, y el capitalismo, por su parte, fue visto por otros, como el sistema político que debían imitar los países subdesarrollados para llegar a ser “desarrollados”. Si nos centramos en Brasil, y en la situación de la educación, lo que debemos decir es que, siguiendo la idea de que la alfabetización producía desarrollo, se inició una campaña con ese propósito, ya que los índices eran alarmantes.
Por último, podemos decir que en relación a esta situación que atravesaba el mundo, encontramos otras dos influencias que marcaron definitivamente a Freire. Ellas son, la llamada Teoría de la Liberación y la filosofía marxista. La primera fue un movimiento que cuestionaba el accionar de la Iglesia Católica con respecto a los pobres, y que se vinculó con diversos movimientos guerrilleros; la segunda se hizo muy popular con el socialismo, y de ella Freire tomó las categorías para entender a la sociedad, opresores y oprimidos, de los cuales ya hablaremos con mayor detenimiento. Lo interesante de estas influencias, es que en su momento resultaron contradictorias para las demás personas, ya que en un mundo tan polarizado, resultaba inconcebible unir cristianismo con marxismo, y es por ello que Freire fue tan cuestionado.
REALIDAD SOCIAL PARA FREIRE Y EL PAPEL DE LA EDUCACIÓN EN ELLA.

Una vez presentado el contexto del autor, es interesante observar como el mismo tuvo una gran importancia en la elaboración de sus obras, principalmente la influencia marxista y la dicotomizada realidad social en la cual se encontraba, lo cual lleva a Freire a entender la sociedad como una verdadera manifestación de contradicción entre dos grandes y opuestos estratos: opresores ( dueños de los medios de producción, según la visión marxista ) y oprimidos (campesinos que se caracterizan por vivir nucleados en un determinado lugar, trabajar en grandes extensiones de tierra y transmitir su labor de generación en generación).
En una sociedad dividida entre dominados y dominadores tanto la pacificación como el orden, constituyen ideales difíciles de alcanzar ya que cada clase responde de acuerdo a sus propios intereses, encontrando así por un lado a los opresores, interesados por la acumulación de capital, logrado mediante la explotación de los oprimidos, con un bajo pago del salario y el alto precio de los productos que venden, y por otro lado los oprimidos, luchando por el cobro de un sueldo que responda coherentemente al trabajo realizado. De esta manera, es indudable que dichas sociedades se regulen mediante una dinámica estructural, basada en la dominación de las conciencia de los oprimidos, utilizando para ello una pedagogía dominante portadora de métodos opresores, que logran de alguna manera que la opresión sea factible, y la liberación de los oprimidos un hecho completamente utópico.
En la esencia de los opresores se encuentran las ansias de lo material, teniendo una concepción materialista de su existencia. Esto los lleva a creer que su objetivo en la vida es la obtención de más y más objetos, puesto que Ser para ellos es Tener, aunque ello tenga como consecuencia el tener menos de los oprimidos. Entre éstos, se encuentra el obrero (oprimido), quien es considerado por el primero como “objeto” (y así es tratado), pero principalmente, quien se termina considerando de esta manera a sí mismo.
Una de las principales formas de “cosificación” que se le aplica al oprimido es el control, observación y vigilancia constante, ya que éstos son “malagradecidos y envidiosos” de su posición y calidad de opresores (además de lo material). De esta manera, el proceso de concientización, del que Freire habla, es considerado por los opresores como un acto subversivo por parte de los oprimidos.
Los oprimidos se ven a si mismos como incapaces e inferiores con respecto de sus opresores, lo cual también se transfiere en el aula, donde se considera al profesor (opresor) como “el que sabe” y a los alumnos como “los que no saben”, colocándolos así en esa situación de inferioridad. Podemos concluir, que los oprimidos tienen interiorizada la situación de opresión e inferioridad que viven y, por lo tanto, se ven así mismos de esta manera
Como podemos ver, el énfasis a lo largo de la obra está centrado en el “oprimido”. Éste, como víctima de la explotación que recibe diariamente por parte de sus opresores, lo llevan a caracterizarse por la posesión de una conciencia ingenua, la cual no le permite darse cuenta de su situación o hasta entender que la misma es justa, por la cual generación tras generación permanece en la misma condición.
Frente a dicha realidad, Paulo Freire intenta encontrar alguna respuesta coherente que de alguna manera determine un fin a dicha situación dominadora. Para ello elabora una interesante pedagogía del oprimido, en la cual plantea a la educación entendida como práctica, praxis de la libertad, como método concientizante a través de la cual el oprimido pueda lograr reflexionar, descubrir y analizar su propio ser.
En dicho proceso, la alfabetización le permitirá derrumbar la barrera impuesta a las posibilidades educacionales del mismo, que los opresores imponían para hacer posible la dominación, y poder así comenzar a formar en ellos esa “misteriosa y contradictoria capacidad que el hombre tiene de distanciarse de las cosas para hacerlas presentes”[1] llamada conciencia, la cual los llevará a decodificar su realidad, analizar su posición social y reconstituir su situación.
De esta manera, a medida que el oprimido va adquiriendo educación, comienza a reflexionar por su propia parte y a objetivizar el mundo desde su propia perspectiva, lo cual le permite no solo reencontrarse en sí mismo sino también en sus compañeros, quienes viven su misma situación. Esto hace que todos comiencen a asumir su condición humana, pensando el mundo distintamente a como se lo mostraban sus opresores y tomando conciencia de su posición en la realidad, realidad que intentarán, a partir de la educación recibida, recrear y transformar, no solo para lograr la libertad, sino también para terminar con la problemática opresor- oprimido, reconstruyéndose como sujeto protagonista de todo proceso histórico y transformando su conciencia ingenua en conciencia crítica.
Gracias a lo expuesto anteriormente, donde el oprimido se convierte en su propio problema y a su vez se historiza para encontrarse como sujeto libre, lo obliga al mismo tiempo, a atravesar por un proceso de humanización. Es decir, comienza a darse cuenta de lo poco que saben de sí, entrando en una verdadera incertidumbre, que los lleva a indagar y cuestionarse permanentemente sobre su ser, al cual definen como ser inacabado, incompleto. Esto, por otro lado, los lleva a asumir su propia realidad histórica y observar en ello la violencia y dominación constante que reciben de los opresores, que tiene como efecto el convertirlos en un ser menor que los conduce a una opresión radical, a la cual con el tiempo dichos oprimidos responderán con la lucha.
Como respuesta a ello, el autor sostiene que la educación lleva a éstos a tener la necesidad de hacer algo, de constituirse como algo distinto en cada momento, de transformar ese ser menos en un ser más que les permita así, ir en busca de su liberación. Pero, según el autor, como consecuencia de la inmersión del oprimido en una realidad opresora, de la experiencia de vivir siempre en una sociedad dual, donde se encuentran sumergidos en una contradicción de opresor-oprimido tienden a confundir, en un primer momento, la búsqueda de su liberación y de su ser más, en una identificación con la persona de su opresor, ocurriendo de esta manera lo que Freire denomina “adherencia al opresor”. Es decir, para ellos el constituirse como hombre nuevo es el parecerse con el opresor, encontrando en él el testimonio de hombre. Por lo cual, buscan actuar de la misma manera que ellos y poseer una forma de vida similar, aunque ello implique trabajar más horas, para tener el dinero necesario que les permita comprar todo aquello que “necesitan”, y así poder integrar esa cultura dominante (influyendo de manera importante, en este aspecto, la publicidad, que lleva a las personas a hacer lo posible para poseer lo que ella propone). Esto hace que su búsqueda de ser hombre, se transforme en ser opresores y actúen de manera igualitaria ya sea con sus trabajadores como tambien, trasladado al hogar, con sus familiares.
Como consecuencia, sucede que el proceso de humanización que habían alcanzado con la búsqueda de un ser más, hace que se invierta, y que por lo tanto caigan en una verdadera deshumanización, al aspirar los ideales del opresor. Por lo tanto, es necesario que los oprimidos terminen de vivir en esa dualidad en cual el ser más es ser opresor ya que como dice el autor,” no les posibilita la conciencia de sí como persona, ni su conciencia como clase oprimida”[2].
La verdadera búsqueda del ser más, es aquella que le permite entregarse a la praxis liberadora, reflexionando sobre sí mismo, y sobre su mundo, el cual lo determina como un ser que actúa, que participa de su construcción, modificándolo con sus decisiones pero al mismo tiempo, decidiendo y buscando un ser más de acuerdo a los condicionamientos sociales e históricos que dicho mundo le impone. Esto lo transforma en un ser completamente ético, que actúa libre en la sociedad en que vive, de acuerdo a los condicionamientos, lo cual lo lleva a tomar decisiones que muchas veces pueden ser correctas u otras muchas erróneas, haciendo que constantemente se encuentre en el vaivén de humanización y deshumanización. Pero importante es, como plantea Freire, que malos o buenos, siempre nos hagamos responsables de los cambios y decisiones y actuemos como seres concientes y responsables sobre ellos.
Al margen de lo dicho, esa búsqueda constante de la libertad, lograda gracias al método de conscientización, lleva por otro lado, y como consecuencia de ser víctimas de explotación por tanto tiempo, a poseer un sentimiento de miedo hacia la libertad. Miedo que no sólo se instaura en los oprimidos, sino también, de manera diferente, en los opresores.
En cuanto a los primeros, éstos temen a la libertad por el motivo de no sentirse capaces de asumirla, pues el hecho de poseerla exigiría de ellos una constante responsabilidad y autonomía que nunca antes habían ejercido, ya que como sujetos dominados, dicha función era ejercida por sus opresores. Por otro lado, los opresores temen a la libertad por el motivo de ver en ella el fin de su dominación. Esto lleva a que los oprimidos prefieran la adaptación a la opresión y a la falta de libertad, pero siendo concientes de que ello no les permite ser auténticamente. En conclusión y como expresa Freire en su obra: “Quieren ser, más temen ser”[3].
Para ello es necesario que los oprimidos tomen conciencia crítica de su situación, pero no para reconocer solamente los límites de su opresión y la posibilidad de transformarla, sino entregarse completamente a la praxis liberadora para que junto con dicha conscientización, sean capaces de comenzar una auténtica y permanente lucha por la libertad, aunque ello implique un duro y doloroso cambio. Sólo de dicha manera serán capaces de reconocerse como oprimidos, instaurando una situación diferente que los conduzca a la realización del ser más, donde no exista contradicción entre opresor-oprimido.
Por otro lado, el proceso de conscientización del oprimido, se encuentra perjudicado en gran medida por su inmersión en la realidad opresora en la que vive, donde los dominantes oprimen, explotan y violentan en razón de su poder muchas veces a través de una falsa generosidad, donde dando una imagen bondadosa, y caritativa, que se ve muchas veces reflejada en el aumento de sueldo, cambio de trabajo, donaciones, entre otras, esconden sus principales intereses logrando a través de ello obtener grandes ganancias.
Dicha situación de opresión, al mismo tiempo engendra violencia, ya que el oprimido al encontrarse sumiso a sus dominantes, y sintiéndose incapaz de lograr alcanzar el ser más, hace que no pueda manifestarse libremente y vaya guardando todo esa opresión y sentimiento de impotencia, que en algún momento debe manifestarla, lo cual lo realiza muchas veces dentro de sus hogares con actitudes violentas a sus familiares.
Esta violencia a su vez pasa de generación en generación y se va haciendo heredera de ella formándose como un clima general que crea en el opresor una conciencia fuertemente posesiva hacia el mundo y los hombres. Esta realidad, , se presenta conflictiva para los oprimidos quienes deberán encontrarle una salida satisfactoria para lograr así su liberación, la cual sólo es posible a través de la praxis educativa, es decir, a través de la reflexión y acción de los hombres sobre el mundo para transformarlo superando la contradicción opresor-oprimido y asimismo implantar una solidaridad real en la cual el opresor se solidarice con el oprimido no a través de un gesto ingenuo de carácter individualista sino sincero y amoroso.
Para lograr ello, es importante que los opresores también atraviesen por un proceso de conscientización pero no reconociendo que explota y asumiendo su culpa tristemente, sino solidarizándose con el oprimido a través de un acto de amor con aquellos.
En conclusión, podríamos decir, que la “Pedagogía del Oprimido” es una pedagogía humanista y liberadora, que implica la conscientización y con ello el fin de una sociedad dual y desigual, actuando como una pedagogía para hombre. Su función principal, es la de ayudar al oprimido a conscientizarse de su calidad de ser humano y no de objeto o cosa, capaz de pensar y de realizar la las mismas cosas que su opresor. Deben reconocerse como hombres y valorizarse a si mismos como ello para luego recorrer ese camino del “ser más”. El trabajo del pedagogo, se conduce por el lado de la reflexión, impartida a través del diálogo de igual a igual, que luego llevará a la práctica de la liberación (la revolución).
Para lograr dicha liberación, se debe estar totalmente convencido de su condición de sujeto, hombre, y no de objeto o cosa. Sin esto, la acción es inútil. De esta manera, la conscientización se convierte en un paso indispensable y a priori de esa “liberación” tan anhelada por los oprimidos.
Por lo tanto, el trabajo pedagógico se define por el conocimiento de la realidad, al cual se llega a través de la reflexión y luego acción en conjunto (educando y educador).


ANÁLISIS DE LA EDUCACIÓN

EDUCACIÓN BANCARIA – PROBLEMATIZADORA

Como hemos visto a lo largo de nuestro trabajo, la educación para Freire es el único medio por el cual el hombre puede lograr el cambio social, es decir, el mecanismo a través del cual se puede superar la contradicción opresor-oprimido, liberando al hombre de la dominación de la que es parte, iniciando un camino de humanización, hacia Ser más.
Al estar el sistema educativo controlado, regulado y establecido por la clase dominante, la educación que se imparte allí es sólo una reproducción de los ideales de estos opresores, por lo que lo único que se obtiene como resultado es un afianzamiento de la dominación de la conciencia, la cual podemos decir, es el objetivo de esta educación para Freire. Con esto no quiere decir que todos los profesores ejerzan su profesión con dicho propósito siempre presente, o que lo hagan concientemente, de hecho, muchísimos docentes creen estar ayudando a sus alumnos al hacerlos parte de tal educación, pero esto sucede ya que ellos mismos se encuentran oprimidos, y recibieron ese modo de enseñanza. Por lo tanto, aunque el profesor sólo posea buenas intenciones, lo único que está logrando, es cerrarles aun más las posibilidades a sus alumnos de liberarse. “La práctica de la libertad sólo encontrará adecuada expresión en una pedagogía en que el oprimido tenga condiciones de descubrirse y conquistarse, reflexivamente, como sujeto de su propio destino histórico”[4]
Con este planteamiento, puede surgir la interrogante ¿Cómo se llega, en la práctica, a dominar la conciencia?, para la cual este educador encuentra la respuesta analizando la educación de su época, a la cual llama “Educación Bancaria”.
Para Freire la relación que existe entre el educador y el educando es de carácter narrativa o discursiva, ya que esta educación consiste justamente en narrar, encontrándose de un lado el docente, como sujeto activo que narra, y en el otro los educandos, como objetos pasivos que oyen. En este discurso se habla sobre la realidad, pero no como parte de la experiencia de cada individuo, sino como algo estático, inmodificable, lo cual responde justamente a los intereses de los opresores.
De este modo, el educador se presenta como un sujeto que tiene como único objetivo “llenar a los educandos con contenidos de su narración”[5], y su palabra se transforma en vacía y alienante, predominando más su sonoridad que su significado. Ya no interesa lo que realmente se quiere decir, sólo importa memorizar los conceptos y “llenar” de datos inconexos nuestra mente. Unido a esto podemos decir que, según esta concepción de la educación, el conocimiento, la sabiduría, sería producto de una “donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes”[6], generalizando la ignorancia y, como dice Freire alienándola, es decir, ubicándola siempre en el otro. Esto para Freire es negar la educación.
Para este pedagogo la educación bancaria posee el objetivo de lograr la aceptación del sistema en que se vive, es decir, pretende que los oprimidos se sientan conformes con su condición y no cuestionen su situación, manteniendo la ya mencionada falsa generosidad. Lo que desean los opresores “es transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime”,[7] para de este modo incorporarse a la sociedad y dejar de ser una de las tantas patologías del sistema social.
Obviamente, para este educador, esta idea es totalmente errónea, los hombres no deben integrarse, ya que siempre fueron parte de la sociedad, es más, son el soporte por el cual se sostiene la estructura del sistema. Lo que deben hacer es tratar de trasformarla, logrando así liberarse de la cruel opresión en que se encuentran; pero como este no puede ser un objetivo de los opresores, es que Freire propone la creación de una nueva educación orientada hacia una praxis liberadora en que el hombre se humanice. A su vez, él está convencido de que como es en el propio hombre que se encuentran las contradicciones que lo dominan, los oprimidos pueden darse cuenta por si solos de las mismas, tratando de superarlas, rebelándose. Pero un buen educador, que posea fines humanistas, no debe esperar a que esto suceda, sino que debe emprender su misión hacia la liberación, no sólo del oprimido, sino también del opresor, ya que esta nueva pedagogía posee como cualidad el no ser egoísta ni unilateral, ya que si sólo pretendiera la liberación del oprimido, el fin sería convertirse en opresor.
Por otra parte, esta clase de educación separa al hombre del mundo y de su conciencia, ésta sería una parte de su cuerpo que posee la función de recibir, como un recipiente, a ese mundo externo por partes, pero en ningún momento se plantea una verdadera interacción con dicho mundo. Por lo tanto el hombre recibiría al mundo, pero nunca le aportaría algo significativo. Es más, si pensamos en los educadores, éstos tendrían como función el “disciplinar la entrada del mundo en la conciencia”[8]. (Se relaciona a lo que John Dewey denomina educación intencional o sistemática”)
Para Freire, esta concepción bancaria de la educación posee, como objetivo, dificultar lo más posible el pensamiento auténtico, ya que los opresores pretenden anular la facultad crítica del hombre, evitar que se cuestione y preocupe por lo que sucede en el mundo, por lo que le sucede a él y a sus pares, por lo que es justo o injusto, y que en cambio se adapte al mundo en que vive, con sus fatalidades e injusticias, no las detecte, e incluso las acepte como válidas. A nuestro parecer, esto está muy presente hoy en día, ya que por ejemplo, si uno pregunta a cualquier persona a la que se pueda considerar oprimida, que desea para un futuro, es muy probable que responda tener mucho dinero, comprar una casa, un auto, y demás, obteniéndolo por el fruto de su trabajo. Esto implica ser igual al que lo está oprimiendo, al jefe de su empresa, por lo que implícitamente está deseando también tener personas bajo su mando, a las que oprima. Esta persona, por pensar así, no es mala ni tiene deseos perversos hacia los demás, simplemente fue educada en una sociedad consumista en la que se valora al que más tiene, y por lo tanto, a menos que alguien “abra su cabeza” o ejerza en él una educación liberadora, es muy difícil que deje de pensar así y se de cuenta que tener dinero no debe ser un fin en la vida de la personas.
Esto se relaciona con la concepción de Erich Fromm de la “necrofilia”, según la cual el hombre necrófilo ama lo inorgánico, sin vida, transformando los sentimientos en cosas, y valorando el tener antes que el ser. Un opresor es claramente un necrófilo, y por lo tanto la educación bancaria también lo es, y lo vemos claramente al transformar a los educandos en recipientes. A su vez, esta clase de educador, al controlar tanto el accionar y el pensamiento del hombre, lo que en realidad está haciendo es “inhibir el poder de creación y de acción”[9] del hombre, frustrándolo y provocándole sufrimiento, y según Fromm al cual cita Freire, para sentirse mejor el hombre se somete a otros, identificándose con ellos, y sintiendo que actúa a través de la participación simbólica en la vida de esa otra persona.
Por lo tanto, lo que Freire nos quiere decir es que no podemos utilizar esta educación que hemos venido criticando, como instrumento de liberación. “La liberación auténtica, que es la humanización en proceso, no es una cosa que se deposita en los hombres, es praxis[10], que implica la acción y reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo.”[11]
Ahora bien, como es lógico, Freire plantea que si queremos practicar una nueva pedagogía que libere a los hombres de su opresión, no podemos continuar con algunas concepciones o prácticas que son pilares de la educación bancaria. Por ejemplo, hay que abandonar la idea de que los hombres son recipientes que hay que llenar, que la conciencia es una parte especial del hombre, la dicotomía hombre-mundo, que el profesor es el dueño del saber y el alumno el ignorante que debe recibir pasivamente el conocimiento que su “superior” juzga como válido, así como también dejar a un lado los comunicados para pasar al universo del diálogo.
Esta nueva educación que propone Freire, es denominada por el mismo como Educación Problematizadora o Liberadora, y se basa precisamente en el diálogo como instrumento de liberación. Para que este sea posible, es necesario superar la contradicción educador-educandos, es decir, a partir de aquí ya no va a haber un educador de educandos, ni educandos de un educador, sino que ambos polos van a ser educadores y educandos. Por lo tanto, Freire propone la idea de que la educación es recíproca; el docente ya no es el dueño del saber, solamente se reconoce que ha iniciado el camino de la educación mucho antes y por lo tanto, va a tener un lugar superior en el diálogo, pero eso no significa que su alumnos sean ignorantes o que no puedan aportar nada a clase, todo lo contrario, ahora se los escucha y se aprende también de ellos.
De este modo, la autoridad va a ser ejercida con la libertad, y no en contra de ella, así como la educación va a ser practicada en conjunto, no sólo entre los hombres, sino también con el mundo, ya que con esta nueva concepción se va a reconocer la interacción del hombre con el mundo, y a éste como “cuerpo consciente”, es decir, como un cuerpo que posee una conciencia que está intencionada hacia el mundo, dejando de ser vista como un depósito.
Por otra parte, Freire propone la idea de que la educación liberadora es un acto cognoscente, a diferencia de la bancaria que era el acto de depositar. En esta última modalidad de educación, el profesor pasaría de ser “sujeto cognoscente”, cuando prepara su clase, a “sujeto narrador”, cuando dicta la clase. En cambio, en esta nueva concepción, el docente es siempre “sujeto cognoscente”, ya que se reconoce que existe aprendizaje en el diálogo con sus alumnos.
Por su parte, los educandos, que en su momento fueron receptores pasivos de los contenidos que les transmitían sus educadores, ahora se transforman en investigadores críticos (utilizando palabras de Freire), al comunicarse con su docente, el cual también es un investigador crítico.
Por lo tanto, esta nueva educación, a diferencia de la bancaria que buscaba un adormecimiento, lo que busca es que a través de la praxis el hombre vaya descubriendo constantemente la verdadera realidad. De este modo el hombre se sentirá cada vez más desafiado a actuar en respuesta a esos descubrimientos que va haciendo, los cuales, en algún momento fueron tratados como objetividad, pero hoy son percibidos, destacados y vistos como problema.
Por otra parte, esta educación se esfuerza constantemente por que los hombres vayan percibiendo, críticamente, cómo están siendo en el mundo en que y con qué están, siendo según cómo se perciben en el mundo, que se va determinar gran parte de su forma de actuar. Volviendo a insistir con la práctica bancaria, podemos decir que esta mitifica la realidad para esconder cómo el hombre está siendo con el mundo, mientras que la problematizadora lo que hace es desmitificar.
Es importante decir que esta nueva práctica parte del carácter histórico de los hombres, y es por esto que los reconoce como seres inacabados que “están siendo”, en y con una realidad que también es histórica e inacabada. De esto se deriva que la educación sea un quehacer permanente, es decir, como el hombre necesita completarse, y lo hace continuamente, encuentra en la educación el medio más adecuado para lograr ser más, ya que está no le ofrece ninguna traba para desarrollarse y crecer, todo lo contrario, lo incentiva y apoya. “De esta manera, la educación se rehace constantemente en la praxis. Para ser, tiene que estar siendo”.[12]
Otro punto importante en esta nueva educación, es el hecho de que al no aceptar el presente, tampoco acepta un futuro preestablecido, no teniendo una meta segura a la cual llegar, lo cual la hace revolucionaria y esperanzadora. Por su parte, los hombres se transforman en “proyectos”, ya que se encuentran inconclusos, y buscarán completarse a lo largo de su vida en un continuo movimiento, y, como hermosamente nos dice Freire, cuando miren hacia atrás, no lo harán con nostalgia de volver a cómo eran antes, sino que lo harán felices de ver cómo han mejorado.
Por otra parte, nos parece importante decir, que este movimiento de búsqueda hacia ser más, es la vocación histórica del hombre y debe hacerse en conjunto, ya que el individualismo conduce al egoísta “tener más”; es premisa básica decir que nadie puede ser auténticamente, prohibiendo que los otros sean, y es por eso que es imposible que se pueda ser más, dentro de la contradicción opresor-oprimido.
Por lo tanto, lo que pretende Freire con esta nueva práctica educativa, es que el hombre, al ser incentivado en el ámbito educativo a pensar y reflexionar críticamente, lo traslade a la cotidianidad de su vida, y comience a cuestionarse sobre su persona, su relación con el mundo y sus pares, su situación socio-política, así como la económica, y se vaya dando cuenta de cuantas injusticias, que antes no detectaba, ahora aparecen claramente ante sus ojos, como verdades rebeladas, las cuales debe resolver. Esta, para Freire, es la única solución a la explotación, a la cruel opresión que vive el hombre diariamente, y a la superación de la falsa conciencia del mundo, para así poder liberarse, y conocer la verdadera felicidad de vivir en libertad.

Una vez planteada la visión de Freire sobre la educación como praxis liberadora de la contradicción opresor – oprimido, es interesante encontrar en ella varias bases que plantea en su otra obra denominada “Pedagogía de la Autonomía”, en la cual, a través de una ética pedagógica, expresada a través de un lenguaje completamente didáctico, plantea varios puntos a tener en cuenta en esta “especificidad humana” que constituye la enseñanza.

¿QUÉ IMPLICA ENSEÑAR SEGÚN PAULO FREIRE?
Enseñar constituye una especificidad humana que exige varios requisitos y condiciones indispensables, ya que no sólo tiene como función la transmisión de conocimientos teóricos, sino que implica también el aprendizaje de nuevos y distintos valores, ideales, así también como referentes de vida, los cuales son aprendidos a través de la personalidad del docente y principalmente de la didáctica y pedagogía utilizada dentro del aula.
Para que el cumplimiento de dicha tarea sea efectivo, es necesario que el profesor realice su trabajo con un responsable y exigente compromiso, no sólo consigo mismo, cuidando de su competencia profesional, esforzándose día a día por aprender más sobre su materia y su capacidad de enseñar, sino también para con sus alumnos, logrando demostrar en ellos una persona auténtica, segura de sí misma y de su trabajo, digna de respeto y respetuosa, generosa y sobre todo humana.
Lo mismo, determina dentro de la clase un ambiente didácticamente bueno, ya que los alumnos poseerán una buena imagen de su docente, aspecto importante, ya que el pensamiento que ellos presentan de la autoridad le permite al docente cumplir su tarea como tal. Para ello, también es importante la actitud de éste en la clase, para lo cual Freire indica la importancia que tiene el constituir una autoridad democrática, que sea capáz de demostrarse tanto como docente, pero también como persona portadora de una manera de ser propia y de pensar políticamente, seria con su trabajo, coherente e integrante de una sociedad injusta dividida entre dominados y dominadores y en un mundo de injusticias de hambre, guerras y fracasos de lucha.
La libertad, por lo tanto, es un factor muy importante a la hora de enseñar. El alumno, debe ser educado en un clima de libertad ya que como en su hogar, debe tener capacidad de decidir acerca de su futura profesión, de la misma manera en el aula debe tener la libertad de ser.
Esto tampoco significa que los adolescentes tendrán la posibilidad de hacer las cosas a su antojo, puesto que esa libertad, de la cual deben disfrutar, tiene sus límites. De esta manera se debe distinguir entre libertad y libertinaje. Sin llegar a los extremos, la autoridad en el aula es necesaria como forma de colocar esos “límites” que estas libertades poseen, para que el salón de clase no se convierta en un caos.
Un verdadero docente es entonces, de acuerdo a la visión del autor, aquel que sin confundir su autoridad con autoritarismo enseña los contenidos que ha estudiado y aún continua estudiando, pero fundamentalmente aquel quien entiende que enseñar permite al alumno apoderarse de una libertad propia, que sin confundirla con libertinaje le permite actuar en la realidad analizándola, criticándola permanente y luchando por su transformación. Una libertad que les permita adquirir una autonomía que sustituya a la dependencia que hasta ahora poseían.
Las decisiones políticas propias de cada individuo, también inciden dentro del aula. No podemos pensar en ser neutrales totalmente frente a una clase. Uno de los objetivos de los docentes, además de impartir su materia, es la de transmitir una forma de ver el mundo y tal vez de cambiarlo.
Frente a la vida, al mundo y como personas, los docentes eligen una forma política que los acompañe en su “lucha” por cambiar el mundo, al igual que lo haría cualquier persona. Freire estimula a los docentes a no ocultar su forma de pensar, que la neutralidad frente a una clase, sería como si escondiéramos nuestros pensamientos, habla de “lavarse las manos frente a la opresión es reforzar el poder del opresor” en caso de injusticia.
La Educación no puede ser vista sólo como la transmisión de ideología (y menos si es únicamente la dominante), sino que es vista como una “forma de cambios sociales”. Por lo tanto un docente coherente, deberá manifestar sus valores y conceptos que atribuyen a ese cambio social.
Un docente entonces, entiende que la educación es fundamental para que todo alumno pueda intervenir en el mundo, mostrándole la realidad dominante a la cual debe reproducir a la hora de enseñar los contenidos teóricos, pero desenmascarándola y mostrándole en ello, sus defectos, dominaciones e injusticias.
“Escuchar” es otro factor muy importante en el acto de educar. Para aprender a “Hablar” el docente tiene que primero aprender a “Escuchar”; esto significa que el proceso de enseñanza no significa el mero discurso por parte del docente, una transmisión de conocimientos que éstos asumen como únicos verdaderos, y que por lo tanto el alumno lo único que debe hacer es recibir esa información de manera pasiva.
Lo primero que se debe establecer en la conciencia del docente es que, en primer lugar lo que él tiene para transmitir no es una verdad absoluta y por lo tanto está sujeto a críticas. En segundo lugar, que sus alumnos no son objeto de transmisión de conocimiento (como se plantea en la educación bancaria), sino que son sujetos a quienes se les debe enseñar a ser críticos. Esto significa que el alumno aprenda a indagar, curiosear, acerca de lo que el docente le transmite.
La misión del docente es formar sujetos críticos, y así, debe aprender a escuchar a sus alumnos, tanto por sus dudas como por sus opiniones. La enseñanza no puede ser vista como la mera transmisión de conocimientos, sino como un DIÁLOGO entre el docente y el alumno ( tal como plantea la educación problematizadora).
No podemos considerar al alumno como un ser inferior, puesto que se nos es imposible escuchar y comprender al otro si lo consideramos así. No se puede escuchar y respetar a quien sentimos es inferior (por ser niño, mujer, blanco, negro o por su posición política diferente a la nuestra). Se debe pensar en el otro como un igual y así escucharlo con respeto cuando éste necesite hablar, o en otro caso cuando el docente mismo estimule para que lo haga. Otra función, de este modo, que el docente tiene para con sus alumnos, es la de estimular a sus alumnos al diálogo, a defender su punto de vista, a opinar frente a la opinión del docente o del autor que éste cita.
Un buen docente es, por lo tanto, aquel quien comprende los silencios, orales y retiradas de clase de sus alumnos, quien revela su capacidad de analizar, comprender, evaluar y hacer justicia, para que sea practicado por ellos en su vida. Aquel quien hace del aula un espacio pedagógico ético y formador, y de la relación profesor- alumnos un vínculo educativo de solidaridad, justicia, respeto y responsabilidad
Por otra parte, todo profesor debe conocer el poder y la fuerza que posee la ideología neoliberal que poseen los opresores y domina tanto los medios de comunicación, como muchos otros ámbitos de la vida social, ya que esta ideología encubre la realidad y oculta la verdad, haciéndola ver de otra forma, convirtiéndonos, como dice Freire, en “miopes”. El docente debe estar siempre alerta ante ella, ya que es quien que debe advertir a los educandos de la misma. Cree que hay que estar atento a los discursos ideológicos, y resistirse a ellos, proponiendo, por ejemplo estar siempre abierto a los demás, pero alerta de no terminar aceptando ideas como certezas absolutas. Por lo tanto hay que “exponerse a las diferencias y rechazar posiciones dogmáticas.”[13] Esta, para este autor, es la actitud correcta, una actitud de disponibilidad hacia los demás.
Freire, en sus obras, deja explícito su convencimiento de que los hombres del mundo renovarán su malestar hacia la dictadura del mercado y reanudaran su lucha más intensamente, uniéndose y rebelándose contra la negación del ser humano frente a la cruel ética del mercado. Tal rebelión, para triunfar debe basarse en una nueva ética, la del ser humano, ya que “la libertad del comercio no puede estar por encima de la libertad del ser humano”.[14] Es conciente, además, de la dificultad de aplicar una política que privilegie al hombre antes que al lucro, pero insiste en que si se quiere superar la crítica situación existente, sólo se puede seguir el camino de la ética.
Freire plantea que todo docente, al abordar una temática lo debe hacer con total seguridad, lo cual no quiere decir, que crea que lo sabe todo, sino que debe apoyar su seguridad en admitir que ignora muchas cosas pero está dispuesto a aprenderlas, lo cual no debe ser motivo de vergüenza alguna. Justamente, reconocer la ignorancia es lo que posibilita la apertura hacia el otro. A su vez, esta apertura se produce por el reconocimiento del hombre como ser inacabado, ya que en el diálogo con los demás, encuentra un camino hacia la completitud. Y así como el hombre debe abrirse al mundo, el docente también debe estar abierto a sus educandos, a su contexto socio-económico, conocer de donde vienen, cómo son sus familias, y demás, ya que sólo así se puede llevar a cabo una correcta educación de los alumnos.
Por otra parte, hay que decir que, para disminuir la distancia entre educador y educando hay que, en primer lugar, dejar en los educandos totalmente claro de que no existe ninguna justificación para que los hombres sean explotados por otros hombres. Esto es lo que Freire llama, “saber fundador”, pero no es suficiente, hay que agregarle otros saberes complementarios sobre la realidad, para eliminar la falsa ideología, como por ejemplo, advertir y estar alertas de los peligros que posee la televisión, como medio transmisor de mensajes de contenido opresor.
Otro aspecto importante, es que todo decente debe estar abierto a querer a sus educandos. Es decir, el docente no debe sentir miedo de expresar afectividad o alegría ante sus alumnos, ya que es errónea la idea de que cuanto más severo sea un docente, mejor está haciendo su trabajo. Todo lo contrario, debe mostrarse alegre, ya que educar produce alegría, el proceso de búsqueda del conocimiento que inician tanto los educandos como el educador deben ser tan gratificantes, como si hallarán el conocimiento, ya que es en esa búsqueda en que el hombre se va completando.
Por otra parte, y ya para finalizar, no estaría de más recordar que Freire cree que un educador progresista trabaja con un personas y por lo tanto, su pedagogía debe ser humanitaria y con una responsabilidad ética superior. Por más importante que sea lo concerniente al tema que preparó el docente para su clase, no puede desatender los problemas personales de cada alumno, debe ayudarlo desde de sus posibilidades, pero nunca descuidarlo.
En síntesis, por ser la educación una práctica humana, no se la puede abordar fríamente, sin sentimiento, sino que se debe poner en ella todo lo que uno tiene a su alcance, y en definitiva, lograr delinear el camino hacia Ser más.



REFLEXIÓN FINAL
Una vez realizada nuestra exposición, sobre las obras del autor Paulo Freire, creemos importante introducir en este trabajo una reflexión final acerca de lo que las mismas nos dejaron en el momento de estudiarlas.
En primer lugar, el hecho de haber analizado “Pedagogía del Oprimido”, nos permitió obsevar la realidad educativa desde una perpectiva diferente a la que estamos acostumbradas, viendo en ella no sólo la postura crítica del autor, sino también el carácter humanista, coherente y esperanzador de Paulo Freire. A su vez, al ser tan comprometida su obra con el oprimido y tan enfática en su liberación, nos brinda no sólo una visión de la realidad contradictoria en la que vivió y en la que seguimos viviendo, sino que también, a través de su obra, nos inspira un deseo de lucha para superar dicha contradicción.
Por otra parte, su análisis de la educación nos permite comprender una nueva práctica educativa, la cual nos resultó interesante por su preocupación por la participación del educando en ella, la importancia que le da al diálogo, por entender la reciprocidad de la enseñanza, la cual le da la oportunidad al hombre de redescubrirse, mientras asume reflexivamente el propio proceso en que el se va descubriendo, manifestando y configurando.
En lo que respecta a “Pedagogía de la Autonomía”, dicha obra centró nuestro interés, por el motivo de que encontramos en ella un verdadero “manual”, útil para consultar a la hora de dar clases. Junto a ello, nos gustaría agregar, que su lectura dejó en nosotras una imagen del docente, la cual consideramos ideal, y cómo modelo a seguir en nuestro futuro como docentes.
Por último, sólo nos queda agregar que, estudiar a Paulo Freire fue una experiencia muy gratificante, y serápara nosotras, de aquí en más, un material didáctico pedagógico, que siempre tomaremos en cuenta.




BIBLIOGRAFÍA

· Freire, Paulo: “Pedagogía del Oprimido”. Prólogo, capítulos I y II. Editorial Tierra Nueva. Segunda Edición, 1970.

· Freire Paulo: “Pedagogía de la Autonomía”. Editorial Siglo Veintiuno.
[1] Fiori, Ernani María. “Pedagogía del Oprimido”, Prólogo, pág 5.
[2] Freire, Paulo “Pedagogía del Oprimido” . Cap I, pág 15.
[3] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap I, pág 16.
[4]Ernani María Fiori. Prólogo de “Pedagogía del Oprimido”. Pág. 1.
[5] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 35
[6] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 36
[7] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 38. Cita de Simone de Beauvoir, “El pensamiento político de la derecha”.
[8] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 40
[9] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 42
[10] “La teoría sin práctica es palabrería, y la práctica sin teoría es activismo loco”
[11] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 44
[12] Freire, Paulo. “Pedagogía del Oprimido”. Cap. II. Pág. 49
[13] Freire, Paulo. Pedagogía de la Autonomía. Siglo Veintiuno. Pág. 128.
[14] Freire, Paulo. Pedagogía de la Autonomía. Siglo Veintiuno. Pág. 124.

Realizado por Alicia, Karina, Eliana.

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